“Si no puedo controlarlo, lo desaparezco”, parece ser la divisa presidencial. Aunque en nuestro país los cambios implementados por el gobierno de la CuartaT se encarrilan por la vía institucional, el presidente López Obrador prosigue en su arremetida contra el orden establecido y en esa lógica ha achicado el aparato de gobierno a niveles preocupantes, en mucho motivado por su inocultable alergia hacia cuanto se opone a su voluntad, ahora ratifica su intención de desaparecer organismos autónomos, esos que no puede controlar, con el fútil pretexto de ahorrar en el gasto público, pero sin medir las consecuencias que pudiera ocasionar. Pareciera criterio aldeano el fundamento esgrimido para desaparecerlos: “porque no han operado en favor del pueblo”, “tenemos que ahorrar, ser eficientes”, cualquier cosa que eso signifique. Enfocó batería contra el INAI, pero va en sentido contrario de la anti corrupción y la transparencia, porque el Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (INAI), es un organismo autónomo que funciona como contrapeso del poder y garantiza a la población el derecho a la transparencia y la información. Y por allí va también el Instituto Federal de Telecomunicaciones. Bien se dice “mal empieza la semana para quien ahorcan en lunes”.