En una de las mañaneras de julio pasado, cuando la curva pandémica iba en imparable ascenso, compareció la Directora del Conacyt y presumió ante el presidente la fabricación de los respiradores Ehécatl 4T y Gätsi, que vendrían a aliviar la falta de equipo para la atención a pacientes graves por el Covid-19. Fueron esos minutos de gloria para el avance tecnológico del país, la CuartaT así lo demostraba con ese innovador equipo. Pero el gozo cayó al pozo ahora que el personal de salud los califica de inoperantes para ser aplicados a pacientes de la terrible enfermedad. Es “inútil” e “improvisado”, dice Carlos Torruco, médico adscrito a Terapia Intensiva en el Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán, de «mala calidad» y «peligroso». El endocrinólogo, Alfredo López, señala: «Es una bolsa autoinflable para impulsar aire a través de una mascarilla o un tubo adentro de la tráquea. No hay regulación posible de oxigenación o presión». Otros calificativos de igual calibre se han ganado los referidos dispositivos del Conacyt, obviamente, será difícil que la Directora del Conacyt vuelva a las mañaneras.