sábado, noviembre 23, 2024

Covid-19, la verdad, como la mierda, flota

Línea Caliente

Por Edgar Hernández*

¡Veracruz, tercer lugar en muertes; hay
pánico
!

Hay quienes lo califican como un crimen de lesa humanidad mientras los
menos exigen al presidente López Obrador, sospechosamente enfermo
por Covid-19, rinda cuentas sobre el número de muertes y contagiados
por la pandemia.


Y es que mientras el gobierno de la República sostiene que de enero a
agosto del 2020 fallecieron 75 mil mexicanos por Covid-19, para el
Instituto Nacional de Geografía y Estadística la realidad es que fueron
108 mil 658 personas las fallecidas en un promedio diario de 452
afectados.


Ello, ni más ni menos, representa el 44 por ciento más de muertes al que
han venido dando las autoridades sanitarias.
En tanto, la tierra que nos ocupa, Veracruz, está situada, según el INEGI,
en el tercer lugar en fallecimientos por Covid-19 a pesar de los números
del Secretario de Salud, Roberto Ramos Alor, que ahora resulta son
falsos.


Según el INEGI, no son 7 mil 79 muertes sino 10 mil 193 los fallecidos en
Veracruz con un promedio de contagios que alcanza a 70 mil personas y
no 49 mil tal como reporta la Secretaría de Salud del estado.


Todo ello sin tomar en cuenta el rebrote de enero 2021 producto de la
torpeza gubernamental al anunciar para el “Buen fin” y las fiestas
decembrinas del año que concluyó, “Semáforo Verde” sacando a las familias a los centros de compra a gastar su dinero, para que luego del 6
de enero regresarlas al “Semáforo Rojo” provocado de manera
simultánea el cierre de 82 ciudades “ante la gravedad de la pandemia”.


Ello ha provocado en las últimas tres semanas situaciones de pánico y
encierro total de millares de familias parando en seco toda productividad.
A la par el gobierno de Cuitláhuac García no sabe ni para donde hacerse.
El pasado 12 de enero llegaron a Xalapa 19 mil 500 vacunas como
banderazo de arranque para atender a 7 millones 200 veracruzanos que
la requieren.


Gran fiesta se hizo por su arribo de la medicina salvadora que de
continuar en ese ritmo de entregas, ya que el propio gobernador ha dicho
no a las empresas privadas que importen la vacuna, concluirá en el año
2037.


Muchos, muchísimos ya no viviremos para contarla si no por contagio,
por muerte natural al quedar fuera de este mundo toda una generación
de veracruzanos.
Pero así se las gastan los morenos con sus mentiras repetidas que tanto
daño han hecho a la ciudadanía.


Y ni como desmentir al INEGI.


Sus datos, que refutan a los de la 4T, se basan en certificados y actas de
defunción mientras que los de la Secretaría de Salud están limitados o
francamente sesgados para no alarmar.
Subraya INEGI que los hospitales privados no siempre notifican a la
Secretaría de Salud, tampoco se cuantifican las personas atendidas en
domicilios por médicos privados y tampoco recaba datos de las entidades
federativas, como Veracruz, que tiene mecanismos propios que rebasan
las restricciones federales.

Ante esa realidad del INEGI se corre el maquillaje de lo que la opinión
pública ya presumía en torno a la veracidad de las cifras y las
declaraciones oficiales imprecisas y llenas de sospechas.


Las mentiras desde luego parten de la Presidencia de la República desde
el momento en que minimiza la pandemia de parte de López Obrador,
quien hasta que cayó enfermo de negarse a usar el cubrebocas e insistir
en los besos y abrazos y salir a la calle ya que “¡No pasa nada!”.


Acudió a los fetiches de las llamadas estampitas y amuletos invitando al
pueblo de México a encomendarse a las fuerzas divinas como si se tratara
de un capítulo de “La Rosa de Guadalupe”.


«El escudo protector es la honestidad. Eso es lo que protege, el no
permitir la corrupción», dijo en su conferencia matutina. Allá por
marzo del año pasado, mientras mostraba dos escapularios con la
oración «Detente enemigo, el corazón de Jesús está conmigo».


Hoy estamos viendo las consecuencias de la escalada enfermiza, más
que de coronavirus, de mentiras. No cabe duda que la verdad, como la
mierda, siempre sale a flote.
Tiempo al tiempo.

*Premio Nacional de Periodismo

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