Astrolabio Político
Por: Luis Ramírez Baqueiro
“Cuando todo lo demás falla, el arte sobrevive; sobrevive porque aborda lo que es común para todos nosotros: nuestra humanidad compartida.” – O’Malley & Baker.”
Tuve la oportunidad de leer la traducción de la Selección de Fragmentos y Citas del libro “Cada líder es un artista” (Every Leader is an Artist), de los estadounidenses Michael O’Malley y William F. Baker.
De entrada, llamó mi atención la vinculación de dos actividades humanas que parecían tan disímbolas, sobre todo cuando estamos tan acostumbrados a asociar a los líderes con los políticos, por tanto, parecía antagónico enlazar la función del político, –cuando menos de la gran mayoría– con la de un artista, sin embargo, hoy quiero compartir con Usted amable lector, amable lectora, algunas de las ideas que me parece pueden cambiar, como en mi caso, su percepción.
Los autores, comienzan por expresar que el liderazgo es una disciplina creativa, que no se verá de la misma manera en todo momento ni en todo lugar y en ello tal vez por esa proclividad mía de trasladar cada asunto a la arena política, me viene a la mente el legado de políticos veracruzanos que tanto han aportado a favor de nuestro estado y de nuestro país.
Pero también reflexioné que son muchas otras áreas del conocimiento, de la ciencia y del arte en las que a través de la ronda de las generaciones tanto han aportado los hijos de esta noble tierra, de manera creativa y con marcado liderazgo, omito dar ejemplos por que la lista rebasaría por mucho el espacio de esta columna.
O’Malley & Baker argumentan también, que, ante múltiples públicos, se requiere de múltiples mensajes, dado que la posibilidad de malentendidos requiere que el líder anticipe cómo otros verán y reaccionarán a lo que él o ella representa.
El líder, al igual que el artista, debe ser sensible a los miembros de la audiencia y a su capacidad perceptiva para ser efectivo, ejemplo claro es la enorme dificultad de la clase política gobernante “nuestros líderes”, en comprender o siquiera intentar, en torno a la construcción del mensaje, de la narrativa que permita a sus gobernados percibir ¿qué están haciendo?
Honestamente las carencias de dicción, las expresiones cantinflescas y demás dislates que se han vuelto tan frecuentemente fuente de memes a últimas fechas, dejan claro que gobernar también es un arte.
Así también, los autores señalan que para ser digno de ser juzgado y apreciado como líder, se debe tener como objetivo principal el hacer que los demás tengan éxito.
Se imagina qué diferente sería nuestro estado, su capital y cada uno de sus municipios si cada responsable de estas demarcaciones tuviera presente que su éxito depende primera y fundamentalmente del éxito de todos a los que gobierna.
Por desgracia ha sucedido en la mayoría de las veces lo contrario, al primero y a veces al único que le va bien es al gobernante, al líder (los sindicales, por ejemplo) y todos los demás quedan abandonados a su suerte.
Finalizo igualmente retomando de estos autores la sentencia de que hay que ver al liderazgo como un arte, como un esfuerzo de toda la vida, que involucra un proceso continuo de refinamiento y engrosamiento de la piel.
Por ello el verdadero liderazgo permitirá en quien lo tenga y lo detente, lograr la capacidad de recibir las críticas que incluso se acercan mucho a ser personales, para usarlas en beneficio propio; ello implica el dominio de la motivación, el reconocimiento de relaciones complejas, de creatividad, mezclada con una dosis de coraje y una profunda preocupación por las personas.
Muy pronto, tendremos como sociedad la oportunidad de refrendar o renovar nuestra confianza a través de las urnas, al elegir a quienes tendrán el altísimo encargo de liderar los destinos de cada municipio, así como de legislar a favor de las y los veracruzanos en los congresos estatal y federal, busquemos entonces que la responsabilidad recaiga en personas de bien, que entiendan la función del líder, que entiendan el arte y ciencia de gobernar.
Al tiempo.
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