Cuentan en las chozas y aldeas mexicanas de lo ocurrido a un par de amigos, uno de ellos apodado “El pulgas”: caminaban por zona pantanosa cuando El pulgas vio a su amigo caer en arenas movedizas rogando su auxilio: “sálvame pulgas”. El pulgas, ya nada contento con ese apelativo le condicionó la ayuda a que le dejara de llamar por ese apodo; pero el accidentado insistía: “sálvame pulgas”, y este se resistía esperando el cambio de nombre, mientras el otro se hundía haciendo señas juntando la uña de sus pulgares. Así se asemeja el caso de México y su presidente, a quien, no obstante, la grave situación sanitaria del país y sus consecuencias de orden económico sigue pareciendo exitosa y eficaz la estrategia implementada por su gobierno. “Ya se ven lucecitas” del otro lado del túnel dice el presidente, mientras el Covid-19 cobra miles de vidas diariamente y la economía sigue en picada, aunque, eso sí, no se piden créditos, no a nuevos impuestos, ni aumento a las gasolinas.