El lenguaje críptico forma parte esencial de la política, en ocasiones un un gesto encierra el significado de mil palabras, la reciente asunción al poder de Joe Badin nos da oportunidad para ejemplificarlo: una de sus primeras llamadas como presidente, anunció su vocera, sería con el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau. Recuérdese que el canadiense fue de los primeros en felicitar a Biden por su triunfo electoral, lo cual hizo contraste entre vecinos porque el del sur difirió varias semanas su felicitación. Ahora, la llamada de vuelta será hacia el norte, no es ociosa la insistencia del presidente López Obrador en su mañanera de hoy respecto a que no es necesario hablar porque nada hay de urgente. Aunque también pudieran ser ganas del calvo por encontrar un peine, porque uno de los primeros decretos de Biden consistió en cancelar el proyecto Keystone XL, un oleoducto de vital importancia para Canadá y pone en aprietos a Trudeau en su país porque deber suyo es interceder por las empresas afectadas. Pero, aún medio de la trágica pandemia, no es posible ignorar que en política un gesto dice más que mil palabras.