La genética política de MORENA induce al pleito eterno y su genética social introduce la variable del resentimiento y la revancha a cualquier costo. Porque no es fácil soportar el cambio radical de un larguísimo periodo en la oposición al ejercicio del poder. Esa vertiginosa metamorfosis ha reclutado hacia la administración pública a gente ayuna de experiencia política y administrativa con los resultados a la vista. Por esa circunstancia a dos años de ejercicio gubernamental es invisible el beneficio social y económico. Por si no bastara, en vez de adquirir la experiencia para el buen servicio se enfrascan en una nociva lucha por el poder, como lo refleja en Veracruz, la lucha intestina en MORENA, un partido en problemas, porque en pleno proceso electoral está fraccionado en dos o tres facciones en pugna por la supremacía. ¿Quién pondrá un hasta aquí en esa pugna tripartita? ¿Mario Delgado o el gobernador? Es difícil para ambos, porque el dirigente nacional está agobiado por la problemática que implican las candidaturas a nivel nacional, y por su parte, Cuitláhuac García, en vez de servir de árbitro en el proceso de su partido, figura entre las partes en pugna; y a rio revuelto, ganancia de pescadores. No la tienen fácil.