Un saludo a Misantla, que hoy cumple 557 años.
Hasta donde se ha informado, las diferentes vacunas contra la Covid-19 que se desarrollaron a marchas forzadas solamente se pueden aplicar a personas mayores de 16 años.
Esto quiere decir que una gran parte de la población mundial, la más sensible y delicada -los bebés. los niños, los preadolescentes y los adolescentes iniciales- no estará asegurada por lo pronto para que pueda soportar los embates del coronavirus en su organismo.
Las autorizaciones exprés de las vacunas solamente aplican para jóvenes mayores, adultos y ancianos.
¿Cuántos le gustan que sean en el mundo los menores? ¿Mil millones? ¿Mil 500 millones?
Pues no, son más de dos mil millones de infantes de los casi 8 mil millones de seres humanos que hay en estos días, de acuerdo con cifras de la ONU, que calcula que casi 28% de la población tiene menos de 16 años.
En México hay poco más de 35 millones de niñas, niños y adolescentes menores de 16 años, y representan un tercio de la población. De ellos, 18 millones son hombres y 17 millones, mujeres.
El doctor James D. Campbell (especialista en enfermedades infecciosas pediátricas de Maryland y miembro del Comité de Enfermedades Infecciosas de la American Academy of Pediatrics) explica que “antes de que las vacunas de la Covid-19 estén disponibles para adolescentes más jóvenes y niños, es necesario completar ensayos clínicos”.
Explica el reconocido galeno que eso “se hace para garantizar que las vacunas sean seguras y eficaces para esos grupos de edades. Los niños no son adultos pequeños; no podemos simplemente asumir que la vacuna tendrá el mismo efecto en un niño que en alguien mayor.
“La pandemia del COVID-19 continúa teniendo consecuencias terribles para la salud de los niños. Necesitamos más datos sobre las vacunas en pacientes jóvenes para que podamos protegerlos del virus y la pandemia pueda ser controlada. Una vez que esta información esté disponible, la AAP evaluará y tomará decisiones sobre la vacuna para los niños y adolescentes basada en la información”.
Y por esas razones esencialmente científicas, millones de padres y abuelos tendrán que esperar pacientemente a que se terminen las pruebas y haya la certeza de que las vacunas no tienen efectos adversos sobre los menores.
¿Qué hacer mientras? Pues extremar los cuidados sobre nuestros infantes, que serán los últimos en vacunarse y a como vamos en México, puede ser que pasen muchos meses.
Entretanto, evitemos las salidas de casa de nuestros niños y con ellos cuidar que usen cubre-bocas, que se laven las manos constantemente, que sus cuartos sean constantemente ventilados.
Y vigilar que no presenten alguno o algunos de los síntomas de la terrible enfermedad: temperatura alta, tos seca, cansancio generalizado, pérdida del olfato y el gusto y falta de oxígeno.
Como siempre, tenemos el gran compromiso de cuidar a nuestros pequeños… pero ahora mucho más.