viernes, noviembre 15, 2024

Y se dicen humanos…

Opiniones y Comentarios

Julio Ricardo Blanchet Cruz

diariolibertad@gmail.com

En medio de la farsa del Coronavirus y haciendo crisis la democracia con elecciones protestadas por todos lados.  Y con inconformidades ciudadanas que van desde Honduras hasta Rusia, pasando por España, Francia, Inglaterra y para no hacer larga la lista, por medio mundo…

Tal vez pueda parecer fútil o intrascendente que quiera referirme en este escrito a la vanidad de las personas que viven sometidas -además voluntariamente; que es lo más alarmante- a las ocurrencias, literalmente a las ocurrencias, de terceras personas…

Pero esta vez no voy a citar a los políticos, que bien que traen lo suyo; sino a quienes dictan “la moda”, o sea, la forma en que deben de vestir las personas para estar “in”.  Hoy son los pantalones rotos…

En descargo me permito citar a Esparta, que durante casi nueve Siglos fue una gran potencia en el mundo antiguo, siempre bajo Las Leyes de Licurgo, considerado por muchos como “El más grande Legislador de todos los tiempos”…

Personaje de Leyenda, pues a ciencia cierta nadie sabe ni cuándo nació, ni cuándo murió.  Hay historiadores que lo citan en el Siglo XII antes de esta Era; y hay quien lo cita en el Siglo VI…

Lo que es poco probable, pues en esa época ya había personajes de gran valía universal y no hacen referencia de él.  Pero historiadores como Jenofonte (431 – 354) y Herodoto (484 – 425) lo mencionan…

Pero lo cierto es que bajo sus Leyes, muchas de ellas todavía en la actual Constitución, Esparta se convirtió a través de la Historia en un símbolo.  De tal suerte que si se hace referencia al valor, el nombre de Leónidas (540 – 480) y sus 300 inmortales tiene que estar en primera línea…

Oportuno mencionar, que si el Rey espartano no hubiera detenido a los persas de Jerjes (519 – 465)en El Paso de las Termópilas, el mundo no sería el mismo que hoy vivimos…

Por cierto que ahí en las Termópilas está inscrita una frase que hace alusión a Leónidas “Nunca tantos le debieron tanto a tan pocos”.  Frase que algunos le atribuyen a Winston Churchill (1874 – 1965) lo que es tan falso como lo que se dice del personaje

Pero no podemos omitir el valor de las mujeres espartanas, solo con recordar la Piedra Tarpeya a cualquiera lo pone a pensar sobre su profunda filosofía.  Pues finalmente las madres son las que crían -o malcrían- a sus hijos…

Siempre lo he citado, si este mundo tiene remedio, que no lo tiene, quienes lo saquen adelante deberán ser las mujeres; sin duda más valientes que los hombres.  Y si hablamos de belleza, Helena de Troya es el  prototipo…

El secreto del porqué Esparta perduró tantos Siglos como una verdadera potencia, en donde, sorpréndanse, no existía el adulterio; es que todos, desde el Rey, hasta el último ciudadano, comían lo mismo.  Y todos lo hacían en comedores públicos…

Y si alguien engordaba, era porque comía otras cosas o de más; y eso era mal visto por la sociedad.  De hecho, no podía desempeñar ningún cargo oficial.  Seguían el principio irrefutable de que todos somos el resultado de lo que hemos comido…

Y todos, volviendo con el tema de la moda, utilizaron la misma vestimenta, por demás clásica, durante nueve Siglos.  No existía, como ahora, la moda de verano-otoño ni cosas por el estilo.  Cuando la gente no es lo que viste o lo que trae puesto… 

Y se trae a cuento, porque en Dinamarca, los daneses -civilizados para unas cosas y cavernícolas para otras- acaban de sacrificar 17 millones de visones por el coronavirus…

Hermosos animalitos a los que inhumanamente crían confinados como pollos; y que los sacrifican para desollarlos y confeccionar abrigos y capas para aquellos pudientes que puedan comprarlos, olvidando que aunque la mona se vista de seda… 

Alevoso crimen que no debió de representar ningún problema para citados cavernícolas, pues anualmente “festejan” no sé qué cosa, pero lo hacen acorralando a ¡cientos! de delfines y ballenas a los que asesinan con arpones y ganchos que les clavan hasta dejar tinto el mar con el rojo de su sangre…

Pero eso qué le va a importar a la gente que compra colmillos de elefantes para ponerlos sobre su escritorio; o consume aletas de tiburón para su virilidad, a tal grado que hay regiones donde los bellos escualos que habían vivido desde hace millones de años, al igual que muchas otras especies, están desapareciendo por la estulticia del hombre…

¡Qué vergüenza!  Y se dicen humanos.

Y nos vemos mañana, si el Sol me presta vida.

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