Desde el Café
Bernardo Gutiérrez Parra
Este jueves alrededor de las 12:00 horas, fue asesinado a balazos el joven Gilberto Ortiz Parra, precandidato de Morena a la alcaldía de Úrsulo Galván. Gilberto se encontraba en el interior de su automóvil cuando recibió dos balazos, uno de ellos en la cabeza, que lo dejaron mortalmente herido. Aún con vida fue trasladado al hospital del IMSS de Cardel donde minutos después falleció.
Dos horas y quince minutos después pero en Orizaba, fueron asesinados dos policías estatales y otros dos resultaron heridos al ser atacados por un grupo de delincuentes mientras viajaban en la patrulla SP-3040 (otra versión dice que montaban guardia en el Semefo). Los hechos ocurrieron en la esquina de Oriente 20 y Sur 15, de la colonia Francisco Ferrer Guardia. Por la noche murió uno de los policías heridos.
Estos cruentos asesinatos son un ejemplo más que palpable de que la delincuencia ya le pisó la sombra al gobierno estatal y a sus instituciones de seguridad. Pero además, ponen al descubierto que la violencia está lejos de ir a la baja como lo ha tartajeado en varias ocasiones el gobernador Cuitláhuac García.
Una versión de lo ocurrido en Orizaba dice que los policías habrían sido emboscados. Es decir, los muertos y heridos no fueron producto de una refriega; los estaban esperando.
Si esto es cierto aguas, porque si los delincuentes ya van contra los policías, ¿qué podemos esperar el resto de la ciudadanía?
Y sí lector, en efecto, el gobernador Cuitláhuac García condenó los hechos y prometió que no habrá impunidad. Mientras el secretario de Seguridad Pública, Hugo Gutiérrez Maldonado “encabezó los operativos en la región de Orizaba para dar con los responsables” según dice un comunicado. El problema es que los responsables no tuvieron la delicadeza de esperarlo y huyeron.
Y en medio de la violencia cotidiana, la indecencia en todo su esplendor.
Resulta que al menos una veintena de alcaldes y alcaldesas de Veracruz pretenden heredar el cargo a sus hermanos, hijos, primos o esposas.
Uno de los ejemplos más vergonzosos de este remedo de monarquía hereditaria es el de Gloria Galván Orduña, alcaldesa de Xico, que quiere que la suceda en la presidencia municipal a su hija Carolina Galván Galván.
El pasado lunes la señora alcaldesa dejó botadas sus responsabilidades en la comuna para acompañar a su nena a registrarse como precandidata en el PRI estatal. No contenta con andar haciendo proselitismo en un día hábil y valiéndole gorro la pandemia, llegó acompañada de un nutrido grupo de borregos que no pararon de corear el nombre de su criatura.
En Tuxpan, el alcalde panista Antonio Aguilar Mancha pretende heredarle el trono a su primo José de Jesús Mancha, aunque en realidad quiere devolverle el favor, porque de no haber sido por Pepe, Antonio jamás hubiera llegado a la alcaldía.
En Veracruz, el panista Fernando Yunes Marquez quiere dejarle la estafeta a su hermano Miguel Ángel. En Nanchital, la alcaldesa Zoila Balderas del PRD, busca dejarle la presidencia municipal a su hijo Miguel Ángel Piña Balderas. Arturo Herviz, también del PRD y alcalde de Ángel R. Cabada, pretende heredarle la comuna a su hijo Elvis Arturo Herviz Pérez.
El presidente municipal de Emiliano Zapata, Jorge Alberto Mier Acolt de Morena, quiere que su esposa Doralina Quesada Sedas sea la continuadora de su obra. Y lo mismo desea el alcalde de Cazones, Zenón Pacheco Vergel del PAN que quiere heredarle el cargo a su mujer.
Pero ahí no para la cosa lector. Hay presidentes municipales que aún no terminan su encargo y ya quieren brincar a otro.
Cuitláhuac Condado Escamilla, alcalde de Acayucan; Carlos Vicente Reyes Juárez de Cerro Azul; Juan Ángel Espejo Maldonado de Tecolutla y José Homero Domínguez Landa de Atzalan, ya tiene permiso del Congreso para que vayan en busca de una diputación local o federal y si pierden puedan regresar con toda tranquilidad a su ínsula.
Y todavía faltan en esta lista la cantidad de diputados y diputadas que buscan la reelección.
En este sentido se lleva los aplausos Carmen Medel Palma, diputada federal por Morena que en noviembre del 2018 conmocionó al país al enterarse, mientras estaba en una sesión del Congreso, que su hija de 22 años había sido asesinada por un sicario.
Doña Carmen ha pasado sin pena ni gloria por la Legislatura, pero se inscribió en la plataforma de Morena para reelegirse como legisladora federal, ser diputada local o alcaldesa de Minatitlán. Es decir, sin el menor decoro está aventando tres anzuelos.
Por donde se le mire lector, lo que hacen estos sujetos y sujetas es una indecencia, indecencia que permite la ley. Urge que se modifique para evitar estas barbaridades.
Pero mientras eso sucede, estas indecentes barbaridades continuarán elección tras elección.
Qué tristeza, caray.