Levantar un muro para “resguardar edificios históricos, patrimonio cultural del país, para supuestamente evitar los dañaran quienes este día participarían en la marcha feminista no resultó una buena idea, y sí en cambio sirvió para exhibir al gobierno federal en turno. Resulta paradójico que quienes antes fueron dueños de la calle, haciendo de la protesta un mecanismo de oposición política al gobierno, ahora, siendo gobierno, elevan una línea separatista para deslindarse de los “adversarios”, en esta ocasión, nada menos que el Movimiento Feminista, que según el presidente es manejado por los conservadores para atacar a su gobierno. Pero, las vallas en torno al zócalo capitalino, no solo aíslan al presidente de un sector mayoritario de la población (parte importante de esa entelequia denominada “pueblo bueno y sabio”), porque pueblo son las mujeres de México, fuente de vida y de trabajo, no juguete de políticos, ni marionetas clientelares para conseguir el poder, aunque no pocos erróneamente así lo entiendan.