miércoles, diciembre 18, 2024

Las ganas de arbitrar de Andrés Manuel

Desde el Café

Bernardo Gutiérrez Parra

El Acuerdo Nacional por la Democracia que firmaron este martes la mayoría de los gobernadores y el Presidente de la República, es una vacilada más de López Obrador porque, al igual que el “Acuerdo por la Democracia 2021” en Veracruz que leyó Eric Cisneros, son letra muerta a la que nadie, principiando por el Presidente, hará caso.

El Acuerdo consiste en “Garantizar que ninguno de los mandatarios interfiera en el proceso electoral en curso ni favorezca a candidatos o partidos políticos”. Si en el papel se ve bonito, en la práctica es una invitación a echarlo a la alcantarilla, lo que harán el Presidente y todos los gobernadores sin excepción. Además, es un documento innecesario porque lo ahí escrito está plasmado en la Constitución, luego entonces resulta redundante.

Aunque eso vale gorro para efectos de la 4T y su jefe máximo.

Contra lo que pudiera suponerse, no se permitió el acceso a los medios de comunicación al histórico evento (uta sí), tampoco asistieron los gobernadores de Jalisco, Enrique Alfaro, ni Quirino Ordaz de Sinaloa, pero eso es intrascendente.

Lo trascendente fueron los símbolos y mensajes, tan del gusto del Presidente, como que la reunión fue en el Salón Tesorería donde acostumbra ofrecer sus conferencias mañaneras. Y mientras los gobernadores se sentaron en las sillas que ocupan los reporteros, López Obrador los miró desde su sitial, un poco más arriba.

No hubo foto oficial y ningún gobernador pudo platicar con el tabasqueño que una vez que estampó su firma se fue y los dejó mirándose unos a otros.

Con excepción de Olga Sánchez Cordero, no asistió ningún otro miembro del gabinete, pero sí estuvieron presentes el Fiscal General de la República, Alejandro Gertz Manero y el titular de la Fiscalía Especializada en Delitos Electorales, Agustín Ortiz Pinchetti. Esto es, el palo y el garrote, con lo que el mensaje fue más que claro para los asistentes.

El gran ausente fue el Consejero Presidente del INE, Lorenzo Córdova, al que no se le corrió la invitación a pesar de ser la máxima autoridad electoral del país porque, “Estamos en una etapa nueva; no se puede poner vino nuevo en botellas viejas”, dijo el señor Presidente.

Ignoro qué tengan que ver el vino y unas botellas viejas con las elecciones, pero la frase “estamos en una etapa nueva” debió cimbrar a todos los consejeros del INE porque el mensaje fue claro: “No necesito de ustedes. Yo seré el árbitro de la contienda electoral”.

Y en una de esas se le hace.

El primer aviso lo dio el lunes 22 de junio del año anterior: “Vamos a estar pendientes para que no haya fraude electoral, me voy a convertir en guardián para que se respete la libertad de los ciudadanos para elegir libremente a sus autoridades”. Y de inmediato brincó Lorenzo Córdova al manifestar que el único árbitro y guardián de las elecciones por mandato constitucional y voluntad popular es el INE.

Pero eso fue en junio.

Hace ocho meses Lorenzo aún tenía fuelle para contestarle al Presidente, pero éste lo ha ido minando con sus recurrentes y ácidas descalificaciones. Por su parte el INE que era una de las instituciones más sólidas, comienza a ceder ante los embates del mandatario más autoritario y con más poder que ha tenido México en su historia reciente.

Si Andrés Manuel se mete al campo de juego a favorecer a un equipó maleta como Morena, no sólo estará cometiendo un delito (el enésimo en su cuenta) contra la Constitución, sino que estará participando en un flagrante atentado contra la democracia electoral, que a pesar de que ya lleva más de veinte años entre nosotros, aún no termina de cuajar.

Si en efecto se erige en árbitro de la contienda ya no quedará duda de su siguiente paso. Y es que de ahí a su reelecc… perdón, al “alargamiento” de su mandato, qué tanto será un brinquito.

bernardogup@hotmail.com

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