domingo, noviembre 17, 2024

Mujeres, a la cabeza del estallido social

Por Edgar Hernández*

“¡Las mujeres ya no tenemos miedo!”, ONMPRI

Ni el muro de Palacio Nacional pudo contener el clamor de decenas, cientos, millares de mujeres que sin temor manifiestan su repudio al autoritarismo y los abusos de poder.

De nueva cuenta las mujeres mexicanas se lanzan este día a las calles a gritar tras la barda de acero su rechazo a la dictadura y al igual que los memoriales colocados en las vallas con los nombres, fotografías y leyendas de las víctimas de los crímenes de odio.

Y esto ya nadie lo para.

En el Día Internacional de la Mujer aflora -como las soldaderas de 1810, al igual que las guerrilleras de 1910- la urgencia del cambio social.

A la par regresan a la memoria las cifras:

Los 3 mil 752 asesinatos de mujeres que se registraron en todo el país en el 2020; los 108 crímenes de odio en Veracruz, segundo lugar en este tipo de crímenes, y la impunidad e ineficiencia institucional.

En este día de insurgencia nacional las mujeres se han lanzado a las calles para repudiar la escalada feminicida al igual que el voluntarismo de López Obrador, empeñado en imponer al multiviolador Félix Salgado Macedonio, el “Toro del Peje”, como candidato a gobernador de Guerrero.

A ello suma la reprobación a ominosos pasajes sangrientos en contra de mujeres empeñadas en detentar espacios democráticos del poder donde, particularmente en Veracruz, los crímenes de odio han sentado su imperio.

Ese raro Veracruz donde Cuitláhuac García defiende su orgullo gay, pero repudia la lucha de aquellas que claman justicia ante la escalada feminicida.

Revictimiza los asesinatos de mujeres, asumiendo un papel de Fiscal que no le toca, con una total ausencia de sensibilidad al permitir la filtración de fotografías de las víctimas como han sido los casos de la alcaldesa de Jamapa, Floricel Ríos, la de Mixtla, Maricela Vallejo, ambas con tiro de gracia, o la exedil de Cosoleacaque, Gladys Merlín y su hija Carla, una degollada y la otra con 37 puñaladas.

Fácil le resulta al mandatario revictimizarlas poniéndoles la cruz al ligarlas a organizaciones criminales o venganzas caciquiles.

¡Vaya eficiencia!

Eso es lo que sucede en este raro Veracruz donde Cuitláhuac García defiende su orgullo gay y hasta se fotografía con atractivas parejas, pero repudia la lucha de aquellas que claman justicia ante la escalada feminicida.

Presume sus devaneos a los cuales se suman sus colaboradores con arrumacos públicos y tremendos besucones, pero no permite que le refuten cifras de crímenes contra mujeres.

Con desplantes mal geniudos minimiza.

Acusa equivocaciones y gritonea a los periodistas cuyo papel es preguntar y se erige en el sabelotodo, en el único que conoce las cifras reales de los asesinatos contra las mujeres.

Pero además le vale un verdadero rábano que organizaciones como ONMPRI, que encabeza una valiente mujer denuncie a cada lance el “¡Ya basta!” ante la escalada criminal fuera de control.

Llaman la atención las expresiones de las mujeres veracruzanas en voz de la dirigente Yolanda Lagunes López en el sentido de que “Las mujeres veracruzanas ya no tenemos miedo”.

“Poco, muy poco es lo que se tiene que celebrar en este Día Internacional de la Mujer ante la deleznable violencia en contra del género, los crímenes de odio y el hecho de que una de cada tres sufrimos violencia en todas sus modalidades: misoginia, abuso de autoridad, acoso sexual, violencia política, al igual que la discriminación a la mujer indígena”.

Y remata:

“Evocar a Ernestina Ascencio, una mujer de campo multiviolada por militares, al igual que el brutal asesinato de Regina Martínez por defender la libertad de expresión, nos obliga a actuar, a salir a las calles”.

Acaso por ello en el “Día Internacional de las Mujeres” bien vale la pena recordarle al patrón de Cuitláhuac, que la lucha de las mujeres por su emancipación está llevando a la nación al estallido social que, sin duda, habrá de transitar por Veracruz.

Tiempo al tiempo.

*Premio Nacional de Periodismo

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