lunes, diciembre 23, 2024

De la Revolución a la irrelevancia

Juegos de Poder

Leo Zuckermann

Me llama la atención la poca cobertura mediática que recibió el retiro de Raúl Castro como primer secretario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba, el puesto político más importante de ese país. Se trata, como sabemos, del hermano de Fidel Castro, quien lo acompañó en la Revolución Cubana que triunfó en 1959. Lo ha sustituido Miguel Díaz-Canel, que ya no pertenece a la generación de los revolucionarios.

Y aunque Raúl Castro sigue vivo, y seguramente seguirá interviniendo en las decisiones políticas más importantes de ese país, el hecho es que, por primera vez desde el triunfo de la Revolución, no hay un Castro al frente de Cuba. En otros tiempos, esta noticia hubiera sido una bomba mediática. Hoy ya no lo es.

¿Por qué?

Porque Cuba, después de 62 años de Revolución, sin capacidad de reinventarse, como sí hicieron los chinos o vietnamitas, se ha convertido en un país irrelevante y aburrido. Ya no concita, ni de lejos, el interés mediático que tenía en el pasado.

 
Y es que su Revolución fue verdaderamente épica y fascinante. Un grupito de jóvenes que se embarcó desde México en un yate y que estuvieron a punto de perecer, todos, en su desembarco. La lucha de los barbudos en la Sierra Maestra. Su increíble triunfo militar. La llegada apoteótica a La Habana de los iconos guerrilleros: FidelEl Che y Camilo Cienfuegos. El giro paulatino hacia un régimen comunista en un país a 170 kilómetros de Estados Unidos, el gran imperio capitalista. La victoria frente a las fuerzas contrarrevolucionarias en Playa Girón.

 La alfabetización de toda la población. El apoyo a movimientos guerrilleros revolucionarios en América Latina. La alianza con la Unión Soviética. La crisis de los misiles, el momento en que el mundo ha estado más cerca de una conflagración nuclear. El necio embargo comercial de Estados Unidos. Su involucramiento en la guerra con Angola. El exilio, las purgas, el encarcelamiento y hasta el asesinato de los opositores. El juicio y la ejecución del general Arnaldo Ochoa. Las penurias económicas del “periodo especial en tiempos de paz”. El rescate de Hugo Chávez y la llegada de los petrodólares venezolanos. La muerte de Fidel Castro.

Para mí, Cuba siempre fue noticia por una razón u otra. Una historia fascinante que polarizaba las opiniones. Había los que admiraban profundamente a su revolución y hasta los querían imitar. Del otro lado, los que odiaban a muerte al régimen dictatorial castrista.

Y resulta que ahora, en medio de otra crisis económica, sin un aliado internacional que los apoye, Cuba se ha convertido en la nada. Un país irrelevante donde se puede retirar el generalísimo, hermano del gran líder revolucionario, y pocos le ponen atención a este tema.

Cuba, que antes se llevaba las ocho columnas de los periódicos en México, ahora se reporta en una nota breve en páginas interiores.

Miguel Díaz-Canel es la perfecta encarnación de esta irrelevancia. Del liderazgo vibrante y siempre polémico de Fidel Castro pasamos al de su hermano Raúl, un personaje más gris, pero que finalmente participó en la guerrilla revolucionaria. Ahora lo sustituye un burócrata en toda la extensión de la palabra. Un ingeniero militante del Partido Comunista que fue subiendo, poco a poco, los peldaños del poder, a la sombra, desde luego, de los Castro.

Su biografía me recuerda mucho a la del premier soviético Leonid Brézhnev. Otro caso más de cómo la épica revolucionaria terminó en el control político de una maquinaria burocrática militar. Y con este liderazgo, la Unión Soviética se estancó en todos los sentidos.

#SomosContinuidad es el hashtag preferido de Díaz-Canel. No lo dudo en cuanto a sus políticas públicas que durante décadas han fracasado y mantienen postrados política, económica y socialmente a los cubanos. La gran tragedia de Cuba. Pero, por lo menos, antes era épica e interesante, mientras que hoy es tristemente irrelevante y aburrida.

         

Twitter: @leozuckermann

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