Bien hace el presidente López Obrador en reconocer que hasta ahora no ha podido reducir el ímpetu delincuencial en el país, porque es un hueso muy duro de roer, muy diferente a lo durante su campaña imaginó, que lo llevó a ofrecer su solución casi en sincronía con su acceso al poder. Obviamente, AMLO solo reconoció un fenómeno muy vigente, pues los grupos delincuenciales retozan con amplia liberalidad en el territorio nacional y ni aún la presencia de la Guardia Nacional los inhibe. Ahora, al parejo de reconocerlo, el gobierno debiera replantear su estrategia, pues está visto que al paso actual la pizarra seguirá marcando números a favor de la delincuencia, en detrimento de la calidad de vida de la sociedad mexicana.