Por Edgar Hernández*
Nuevas revelaciones sacuden el ambiente político electoral de Xalapa a unas horas de la jornada electoral.
Esta mañana trascendió que Fernando Padilla se mochó con 20 millones de pesos en apoyo a la campaña de David Velasco Chedraui, quien va por la alianza PAN-PRD-PRI; se supo además que en el pase de charola le entró el empresario Rodrigo Fernández con 30 millones y Andrés Beceiro, quien le operó los Panamericanos en 2014, con 20 millones.
La familia Chedraui y los Fernández, a regañadientes, también se sumaron a la millonaria inversión.
La letra de cambio que les ofreció David Velasco si llega a la alcaldía, es un retorno de la inversión del 300% en los siguientes tres años a partir del primer día de enero del 2022.
Con este trascendido queda al descubierto, de nueva cuenta, la mala fama de David, sus negocios chuecos, el rodearse de lo peor de la política y confiar en su otoñal presencia perdida en la adiposidad y adicciones.
David Velasco Chedraui, con dinero y sin él; con aportaciones y sin ellas; con pase de charola o no, ha perdido la preferencia ciudadana por su mala fama, por su alcoholismo, por su huevonería y por sus indiscreciones que terminaron por echar por tierra el bastión que más interesaba a la alianza PAN-PRD-PRI a nivel nacional, la Joya de la Corona, Xalapa.
Uno de los herederos del imperio comercial más fuerte del país, Chedraui, pierde más que por tonto, que lo es, por jugar a la mala, por no tener carácter, por dejarse manipular y sustantivamente al quedar a descubierto sus millonarias acuerdos para alcanzar la alcaldía.
Pone al mismo tiempo al descubierto, al regresar al imaginario colectivo, su pasado que tan pingües resultados le dio como lo fueron la organización de los Panamericanos y su oscura participación millonaria en la construcción de la Torre JV de Xalapa.
Para esta ocasión y a fin de allegarse millonarios recursos para la operación electoral que le diera la victoria en Xalapa, acudió a los aliados de la familia y a la iniciativa privada para que se mochara ofreciendo a cambio, tal como se cita líneas arriba, un retorno de inversión del 300%.
Hoy se sabe además que para alcanzar la nominación por la alianza pactó con fuerzas oscuras de la política y personajes como Tito Delfín Cano, del PAN y Marlon Ramírez, del PRI, así como viejos amigos del poder, sobre todo los que odian a Ricardo Ahued, como Reynaldo Escobar Pérez.
Asimismo, no tuvo empacho de rodearse para la conformación de su planilla, de delincuentes disfrazados de líderes sociales, beneficiarios -como Alfredo Niño- de obra pública cobrada pero no realizada en “Espacios Educativos”, la Tesorería del PRI estatal y presuntas ligas con el crimen organizado; o de mujeres de dudosa reputación, o magos y brujas de la propaganda que terminaron quitándole el dinero.
David Velasco Chedraui, convenció asimismo a su familia, siempre reticente y molesta de parte de los Fernández por el apartamiento de Juan Fernández Garibay, de que patrocinaran sus marchas y pagara al personal de apoyo a su campaña, así como la aportación para las despensas.
Los Chedraui y los Fernández a regañadientes, pero le entraron.
Y para colmo, en días recientes trascendió entre los operadores más cercanos a David, la ubicación de las bodegas localizadas en lugares ya ubicados en la zona rural de Xalapa, atascadas de despensas, láminas y Rotoplas, listas para el reparto a partir de mañana jueves.
El mismo sábado anterior ya entrado en copas el candidato David Velasco, en una comilona organizado en la comunidad de El Castillo, donde se sirvieron ríos de cerveza, vinos de calidad, y se mataron marranos, presumió las aportaciones en efectivo de sus aliados Fernando Padilla, quien se puso con 20 millones; el empresario Rodrigo Fernández, a quien el pase de charola le costó 30 millones y Andrés Beceiro, su viejo socio y aliado quien le entró con 20 millones de los grandes.
Todo para que al salir a la luz pública su juego, que responde a viejas normas de la política priista hoy en desuso o de uso exclusivo de Morena, dueño del dinero y el poder, se le venga abajo el teatro.
Tiempo al tiempo.
*Premio Nacional de Periodismo