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Percepción pública: PRI-MORENA, corrupción- narco

Durante todo el periodo de fin de siglo la intención central de los partidos de oposición fue la de sacar al PRI del poder, la larga permanencia del partido tricolor en la presidencia de la república, en las gubernaturas estatales y municipales fue minando su fortaleza comprobando el aforismo acerca de que el ejercicio del poder desgasta; el enojo y la desigualdad social, los elevados índices de corrupción, la pobreza extrema de buen porcentaje...
martes, mayo 13, 2025
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Las hipótesis

1.- No saben 2.- No les interesa 3.- No pueden 4.- Los malandrines presionan para llegar a acuerdos 5.- Algunos preocupados por cosas del pasado 6.- Algunos afectados en sus intereses en el presente 7.- La tropa y sus jefes se pasó al lado obscuro; nomás no obedecen 8.- Los discursos y las ocurrencias no aplican para esta agenda 9.- No pueden 10.- No saben 11.- No les interesa 12.- La suma de todo

“Clasista y racista”, y a Ebrard lo atropella el Metro

Lo último

Desde MORENA se categoriza al discurso de sus opositores como “clasista y racista”, términos inducidos al debate nacional sin duda con intenciones políticas y auténticamente polarizantes al colocar a “los conservadores” en el ángulo de los privilegiados y a los económicamente desfavorecidos en el lado opuesto, allí donde navega y pesca adeptos a través de programas sociales de acentuado color asistencialista. No es buen signo esa geometría cimentada en la polarización, tampoco poner a la clase media mexicana en el centro de la atracción ni denostarla como egoísta o aspiracionista. Aunque en el fondo de esa discrepancia “clasista” destaca el diagnóstico: en 2012 la clase media apoyaba la precandidatura de Marcelo Ebrard por el PRD, desistió porque AMLO insistía en su postulación pues contaba con el apoyo conseguido en sus puebladas por todo el país. En aquella elección las clases medias todavía creían en el PAN y en el PRI, al que favorecieron con Peña Nieto. El desastroso gobierno de este último defraudó la confianza de ese importante segmento poblacional, que decidió volcarse a favor de AMLO en 2018. No es lucha racista, pero tiene tufo clasista, ahora mismo en que Ebrard pierde vuelo y está a punto de ser atropellado por la Línea 12 del Metro.

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