De una manera u otra se han venido documentando muchas triquiñuelas que se cometieron durante el pasado proceso electoral, lo que ha convertido una buena parte de las elecciones en material para dirimir en los juzgados electorales, locales y federales.
La temida judicialización de las elecciones terminó por ser una realidad que revela la gran cantidad de irregularidades que hubo durante las campañas políticas, en el mismo día de la elección y después, con el trasiego de urnas, que fueron modificadas, robadas y hasta quemadas por turbas que en todo el país mostraron la pasión que levantan las competencias de este tipo.
Si atendemos a las inexplicables votaciones mayoritarias en favor de partidos que no gozaban de la simpatía ciudadana, se podría pensar que hubo mano negra (o manos negras) y que la voluntad popular fue desviada en favor de ciertos intereses personales, partidistas, del gobierno federal o de los estatales.
Obviamente, como el partido en el poder obtuvo el mayor número de triunfos a nivel general, pues sobre él recaen las mayores sospechas. No obstante, en bien de la verdad debemos decir que todos los partidos y sus candidatos pudieron caer en conductas irregulares.
Pero aparte de lo que va a pasar con las resoluciones finales de los jueces, hay un aspecto de la elección de este 2021 que tomaron muy en cuenta los estrategas políticos de todos los colores, y es que sirvieron como un campo de pruebas para probar sus armas extra-legales, con el fin de tenerlas listas y a punto para el proceso de 2024, cuando efectivamente se dará la madre de todas las elecciones.
Sin saberlo los votantes, el 6 de junio fue el «ensayo de un crimen», que se podría cometer en 2024 de manera integral para asesinar a nuestra incipiente democracia.
Hay que tener mucho cuidado con lo que aprendieron los operadores políticos, los candidatos, los dirigentes de los partidos y los patriarcas, porque nos lo podrían aplicar dentro de tres años, y con eso se acabarían los gobiernos emanados de la voluntad mayoritaria de los ciudadanos.
Y si eso sucediera, estaríamos entrando al terreno de la dictadura.
En 2024 todos tendremos que redoblar la participación y la vigilancia, para que gane efectivamente quien haya obtenido el mayor número de sufragios reales a su favor.
Hay que estar muy atentos, y hay que empezar desde ahora.
P.D. Por cierto y sólo como dato cultural, “Ensayo de un crimen” es el título de una película de Luis Buñuel, que rodó en México y se estrenó en 1955. Es una comedia satírica basada en un relato de Rodolfo Usigli, al que por cierto no le gustó nada la adaptación del guion hecha por el cineasta español, y se pasó toda la vida quejándose. Actúan en ella Miroslava Stern y Ernesto Alonso. Vale la pena verla, Se puede encontrar en Internet.