jueves, marzo 28, 2024

La política y la obediencia (o la conveniencia)

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El celebrado autor de “La Sombra del Caudillo”, don Martín Luis Guzmán, escribió, además otras obras de no menor importancia, “El Águila y la Serpiente”, “A orillas del Hudson” entre otras, en esta última, una acumulación de ensayos publicados en 1920, diserta acerca de la “paz porfiriana” de la que muchos hablan en panegírico de aquella dictadura alegando que hubo significativo progreso sin razonar el dramático trasfondo social que encubría. Pero pocos alzaban la voz, era la “obediencia”, decía don Martín. Pero en una gira del presidente Carranza por Sonora, “en el pueblecillo de Magdalena”, “Juan Sánchez Azcona encareció a Carranza la necesidad de que todos participáramos en la elaboración de los propósitos revolucionarios, es decir, cuando Sánchez Azcona rompió la obediencia y abordó la política, Carranza hizo, ni más ni menos, lo que hubiera hecho el propio Díaz: envido a Sánchez Azcona comisionado a Europa”; es decir, en realidad la Revolución nada había cambiado, pues los políticos seguían actuando conforme a sus propios intereses y estilos. Esta alusión al pensamiento de un laureado escritor como Luis Guzmán, disertada hace justamente un siglo está emparentada, al menos así luce en apariencia, con lo que el diplomático Agustín Gutiérrez Canet escribió en su colaboración de ayer en Milenio: López Obrador prometió el cambio, tal como lo expresó por escrito en su Proyecto de Nación. Aseguró que no iba a usar los puestos de embajadas y consulados para premiar a gobernadores y amigos.” Y es justo lo que hace con el de Sinaloa, la de Sonora y el de Campeche. Nada nuevo bajo el sol, porque pese al “no somos iguales” o al “esto ya cambió”, prosigue el mismo contraste de siempre entre el discurso y los hechos, o sea, todo cambió para seguir igual, diría Perogrullo.

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