A partir de 2004, después de lidiar con una legislatura respondona, integrada por una mayoría del PAN y del PRD que le obstaculizó el arranque de su gobierno, en la elección intermedia de 2007 el gobernador Fidel Herrera Beltrán logró para su partido, el PRI, la mayoría requerida para aprobar sus propuestas, dos de significativa repercusión en las finanzas públicas veracruzanas: la contratación de deuda pública a través de créditos bancarios y la bursatilización de la parte correspondiente al estado del impuesto a la tenencia y uso de automóviles con el estribillo de “conseguir recursos frescos del futuro para aplicarlos al presente”. Obsecuente, la mayoría de diputados aprobó la propuesta, en ese atraco participaron algunos diputados de la llamada oposición. Con esa metodología de obtener dinero con cargo al futuro la deuda de mil 300 millones de pesos que le heredó Alemán Velasco Fidel la dejó en casi 25 mil millones en 2010 a Duarte de Ochoa y éste a su vez la escaló hasta 46 mil millones, más el pasivo circulante. Pero, una vez obtenida la tajada propinada al impuesto a la tenencia por el 80 por ciento correspondiente al estado, Fidel fue por el 20 por ciento que correspondía a los municipios, para “convencer” a los ayuntamientos de sus bondades el gobernador encomendó a Duarte de Ochoa, Secretario de Finanzas, al Secretario de comunicación social, Silva Ramos y a Jorge Carvallo, de Desarrollo Social, presionar a los alcaldes, 199 de ellos “cayeron” en el garlito (obviamente, porque los más de ellos vieron la oportunidad de obtener beneficios personales, en análoga forma que observaban lo hacían en el gobierno estatal). Fueron panistas los alcaldes que no le entraron a ese robo en despoblado. Se bursatilizó el 20 por ciento correspondiente a los municipios, sin embargo, la mayoría no recibió el recurso así obtenido, pero la deuda allí quedó. Ahora, 14 años después de aquél atraco, el préstamo disfrazado de bursatilización sigue vigente y los ayuntamientos aún cargan con la deuda que ha aumentado pese al pago de los intereses. Ese fue un auténtico acto de magia que consistió en robarle dinero al futuro.