La administración encabezada por Cuitláhuac García inicia 2022 con el pie izquierdo, señal nada halagüeña porque es el gobernador de Veracruz y de sus poco más de 8 millones de habitantes; no es apologético repetir la iterativa frase “si le va mal al gobernante, le va mal a la población gobernada”, porque se trata del ciudadano a quien se confía la procuración del bienestar comunitario, y si ese hipotético condicionante no se cumple es lógica la inferencia. No se borda en el vacío de una frase al aire cuando en los hechos se entreveran los problemas a resolver por parte del gobernante, y en las circunstancias actuales son, por lo menos, dos expedientes de significativa importancia los que se conjugan: el diferendo con dos senadores de la república, cuyo reclamo alcanza dimensiones federalistas con el tema del Estado de derecho, y la aparición de 9 cadáveres con señales de violencia en la región de Los Tuxtlas y otros cuatro en Rinconada. Si bien el respaldo del presidente al gobernador aminora el golpe político, no disipa por sí miso la preocupante realidad veracruzana que de alguna manera debe ser enfrentada para bien de la tranquilidad social. Al margen de saber quién soltó al tigre éste anda suelto, y es difícil sujetar a una fiera cuando defiende su territorio de otras de igual agresividad; en esas circunstancias ya no basta con los silbatos del domador, ni con los latigazos retóricos del “no se va a permitir” (porque, de entrada, permiso no piden, ni lo necesitan, según se ve), pues es obvia la diferencia entre las fuerzas del crimen organizado respecto de la policía local, carente de capacidad logística para arrostrarlo. Para volver a amarrar ese tigre se requiere, a parte de las “negociaciones” de rigor, de una estrategia muy diferente a la del “abrazo, no balazos”, de otra manera será más de lo mismo. Y respecto de la Comisión senatorial que investiga lo relativo al delito de ultrajes a la autoridad, lo que menos importa es si es o no apócrifa, sino lo que dará a conocer después de sus investigaciones sobre el particular. Pero, por si no bastara, el número de contagios por Ómicron va en continuo ascenso. He allí tres jinetes del apocalipsis, y aún hay más, lamentablemente.