viernes, abril 19, 2024

Palabra de político ¿palabra de honor?

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En el costumbrismo político mexicano encontramos infinidad de casos cuyo perfil delata el denominador común característico en la actividad que debiera distinguirse por la búsqueda intensa del bienestar social, cual es teóricamente su esencia, y, sin embargo, permanece sujeta a la condición natural del hombre. Es tal vez en esa lógica donde cabe encasillar la mentira y el engaño que constituyen la esencia del discurso político. Harry G. Frankfurt, profesor de la Universidad de Princenton, es autor de un ensayo acerca de la verdad, On bullshit (2006); allí distingue entre el mentiroso y el charlatán; el mentiroso, escribe, no se aleja mucho de la realidad, aunque la aprovecha, desfigurándola, para sacar algún provecho, y los demás confían en sus asertos. El charlatán, más al extremo, no solo cambia la realidad, la falsea y en base a eso confunde a sus interlocutores. En el ámbito político de Veracruz y en todo México encontramos casos que ejemplifican transparentemente cada una de esas categorías. Un caso típico no muy lejano en el tiempo, 2016, lo protagonizó Duarte de Ochoa a escasas semanas de concluir su periodo, apenas días antes de emprender la graciosa huida. Ya se sabía que su sucesor en el cargo sería Miguel Ángel Yunes Linares, cuya campaña política la había condimentado con certeras referencias a la corrupción prevaleciente en la gestión de Duarte y del inmediato antecesor de éste. Entonces, como diciendo ¡Ya basta! Duarte salió a declarar: “Hoy es el momento de dar la cara”, no lo había hecho antes, dijo, porque la norma electoral se lo impedía. Y fue con Ciro Gómez Leyva, quien le dedicó gran parte del programa de ese día, y a continuación otro día concedió una entrevista en El Universal, con preguntas y respuestas similares.

A Ciro Gómez Leyva Duarte de Ochoa le aseguró que no contrató deuda pública, solo la reestructuró; que sus antecesores recurrían a la deuda pública para subsanar el déficit presupuestal, “yo no lo he hecho, reestructuré la deuda pública”; “no tengo propiedades en el extranjero”, “no en Woodlands”, “sí sabía de las propiedades de Arturo Bermúdez”, “le tengo confianza pero no meto las manos al fuego por nadie”; las empresas fantasmas “si entregaron los entregables”; el PRI perdió por “una mala estrategia de campaña, en la cual se puso al centro de la crítica al gobernador en turno, el candidato de la alianza PAN-PRD (Yunes Linares) atacándome sistemáticamente y el candidato del PRI (Héctor Yunes) de igual manera”, la estrategia fue errónea. En otras elecciones, “el PRI ganó de manera abrumadora”, “el tribunal electoral dictaminó a mi favor a una semana de mi toma de protesta”, (lo cual no era cierto, porque lo hizo el 27 de octubre, o sea un mes antes).

“He hecho un gran trabajo”, comentó Duarte de Ochoa en la entrevista que publicó el Universal; la cantidad de votos que gana la oposición “no es tan abultada como para echar las campanas al vuelo”; “tengo extraordinaria relación con el presidente”; “hemos venido transformando Veracruz, hoy es otro. Todo aquel que va a Veracruz y que no había ido tiempo atrás cuando llega se sorprende de la modernidad, de los cambios que ha habido, las inversiones”, “me voy con el ánimo del deber cumplido”, “con la frente en alto”, “mi gestión es positiva, sobre todo en educación y salud”, “creo que la historia ha de poner a cada quien en su lugar… y en ese mismo sentido la historia me va a calificar”. Es en esto último donde a Duarte le acompaña la realidad, porque “la historia” registra de su gestión expedientes nada favorables: en materia de salud es rotundo el mentís, porque el Sector Salud fue uno de los más abandonados por esa administración, con denominador común en desabasto de medicinas, equipo médico descompuesto, no se concluyeron la Torre Pediátrica, ni los hospitales de Nautla, de Perote, de Papantla, de Coatzacoalcos, entre muchos otros cuya construcción se inició en el gobierno precedente.

El balance contrastante a sus palabras contiene que hubo carreteras nuevas ni mejores: ni la obra de dos sexenios del libramiento de Cardel pudo concluir, mucho menos las cacareadas autopistas Córdoba-Xalapa, la Veracruz- Los Tuxtlas, y de aquel inefable primer acto de gobierno de poner la primera piedra para la autopista Tuxpan-Tampico ya quedó solo para la anécdota de lo increíble. ¿Y el túnel sumergido de Coatzacoalcos, ese ignominioso homenaje a la ineptitud y a la corrupción? Y en cuanto a propiedades de Bermúdez que provocaron su renuncia, ¿qué hay de la súbita riqueza de Benítez, del Castillo, Deantes, y muchos más? ¿Mentira o charlatanería? La Historia lo va registrando.

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