Comentaba ayer, en este espacio, el fracaso de López Obrador en materia económica. Los números no mienten: disminución del crecimiento económico, mayor desigualdad social y aumento del número de pobres. Agréguese una oligarquía económica que persiste.
La pregunta es quién es el responsable de los malos resultados.
Desde el punto de vista de la política económica, las instituciones encargadas son la Secretaría de Hacienda y Crédito Público en el manejo de la política fiscal, la secretaría de Economía en la promoción de la inversión y el Banco de México como encargado de la política monetaria.
En Hacienda hemos tenido tres secretarios. Comenzó Carlos Urzúa, quien rápidamente se dio cuenta de que su posición era insostenible. En su carta de renuncia confesó que tenía muchas discrepancias porque se tomaban “decisiones de política pública sin el suficiente sustento”. Además, le resultó “inaceptable la imposición de funcionarios” inexpertos. Es claro: Urzúa no tenía el control para definir la política fiscal.
Lo sustituyó Arturo Herrera. En varias ocasiones, el Presidente lo corrigió públicamente; el secretario tuvo que tragarse esos sapos. A Herrera le tocó lidiar con la complicadísima crisis por la pandemia. México, a diferencia de otros países, decidió no utilizar el gasto público para estimular a la economía.
Después de las elecciones intermedias, AMLO removió a Herrera para dizque nominarlo como próximo gobernador del Banxico. A la postre, el Presidente retiró esta candidatura sin dar más explicaciones, aunque trascendió que se había enojado porque el secretario le había repartido sus participaciones federales a los gobernadores de oposición antes de las elecciones, como era su responsabilidad.
Al quite entró Rogelio Ramírez de la O, el desaparecido. Guarda un perfil, no bajo, bajísimo que nos hace dudar de quién está tomando en realidad las decisiones fiscales del gobierno. El dato duro es que este secretario no sale a defender la postura gubernamental en los medios como sí hacía Herrera.
Varios analistas económicos pronostican un problema de finanzas públicas para el cierre del sexenio comenzando con este año. El gobierno ya se gastó todo el dinero que había en fondos de ahorro (los fideicomisos, por ejemplo). Además, no tiene mucho espacio para seguir aplicando planes de austeridad. Mientras tanto, el gasto sigue creciendo con las promesas presidenciales de ampliar e incrementar los montos de los programas sociales. Súmese que los costos de los proyectos de infraestructura aumentan cada día. Y, aunque el precio del petróleo está al alza, no se ha resuelto el hoyo de la deuda de Pemex.
En este contexto, tenemos un gobierno que, si bien no ha sido populista en el manejo del gasto público, comienza a contratar cada vez más deuda para tapar sus carencias financieras mientras la economía está estancada y persiste una inflación alta.
¿Dónde está el secretario de Hacienda para darnos una explicación? ¿Por qué no sale a los medios? ¿A qué le tiene miedo? ¿O es que el verdadero responsable que maneja la política fiscal es López Obrador y Ramírez de la O sólo está ahí como un maniquí que opera las instrucciones de la otra esquina de Palacio?
La secretaria de Economía la ha tenido muy difícil para promover la inversión privada. Para empezar, le han recortado su presupuesto con tijera de jardinero dejándola, literalmente, en los huesos. Y poco pueden hacer sus titulares para convencer a una clase empresarial mexicana que desconfía profundamente de AMLO.
Graciela Márquez trató, pero finalmente salió para convertirse en la nueva presidenta del Inegi. Llegó Tatiana Clouthier, quien, cual Penélope, por la noche teje relaciones con la clase empresarial para que en la mañana el Presidente las desteja. El resultado es una caída brutal de las inversiones como porcentaje del PIB.
Finalmente, en materia monetaria, el Banco de México sí ha hecho bien su trabajo. Bajó las tasas cuando debió hacerlo; las está subiendo también cuando se necesita. Sin embargo, era una institución liderada por un ejemplar funcionario, Alejandro Díaz de León, quien terminó su periodo el año pasado. Lo sustituyó una verdadera desconocida. En las próximas semanas veremos si Victoria Rodríguez Ceja está o no a la altura del reto.
Los resultados económicos de este gobierno son malos. ¿Quién o quiénes son los responsables? ¿O será, como reza el dicho, que “el éxito tiene muchos padres, pero el fracaso es huérfano”?
Twitter:@leozuckermann