La sorprendente declaración del Director General del ISSSTE acerca de su tratamiento con procedimientos homeopáticos para los síntomas de la variante Omicron del mortal virus causante de la pandemia universal, es una más del ya largo rosario de retóricas expresiones sobre la estrategia contra el Covid-19 provenientes de las esferas oficiales. No mide el señor Zenteno el impacto que su declaración puede provocar entre la derechohabiencia del Instituto a su encargo, solo equiparable a aquella del doctor Alcocer, Secretario de Salud, cuando declaró que no vacunaría a sus nietos por considerarlo innecesario. Porque lo importante no son ni Alcocer ni Zenteno, sino la Institución Pública a la cual dicen servir, el ámbito donde priva la ciencia médica, allí donde la homeopatía aún no ha podido convencer. Estremece solo el suponer que esta pandemia estuviera siendo atendida con solo procedimientos homeopáticos, los mismos a los que acude el Director del ISSTE, una institución donde circula e impera la medicina de patente. Nada en contra de la homeopatía, sin duda mantiene méritos abiertos, pero el Covid no es “covidicito”, ni origina solo una “gripita”, así lo constatan los miles de muertos en su haber, y en términos de estadísticas funerarias en México las cifras ya andan rondando a diez veces más defunciones que las “cifras catastróficas” del doctor Gatell, el autor de la “magistral” frase que colocó al presidente López Obrador en calidad de exento de contagios y en prototipo del contagio de “fuerza moral”. Aparte del rico anecdotario que integran esas expresiones, el recuento final dará su veredicto.