El agua, un problema social

La ciudad de Xalapa tiene un marco natural esplendoroso, adicionalmente, salvo las alteraciones por el cambio climático, su temperatura promedio anual es templada lo cual posibilita un entorno que contribuye a la mejor calidad de vida de sus habitantes. Las temperaturas calcinantes de ciudades costeras y de los llanos sotaventinos hacen de Xalapa un atractivo paraíso terrenal, aunque nada exento de problemas muy propios de la convivencia humana en países de deficiente infraestructura urbana...
miércoles, abril 2, 2025
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Veracruz quebrado

Se ha dicho aquí, hasta la saciedad. El nuevo gobierno de Veracruz recibió las finanzas públicas en absoluta quiebra. Hay problemas estructurales, como la falta de fondos para la nómina educativa, el subsidio a las pensiones y la falta de recaudación propia (o sea, la dependencia de las participaciones federales). Pero la ratería, la rapiña en el manejo del dinero público, que no sólo no detuvieron sino incrementaron astronómicamente Cuitláhuac García, su primo Eleazar Guerrero y muchos otros gaseosos, por ahora impunes, llevaron el robo al extremo (no me...

Lágrimas de cocodrilo

Hay un cuento de uno de los más grandes escritores de Uruguay, Felisberto Hernández (1902-1964), que se llama “El cocodrilo”. Relata la historia de un pianista con poco éxito, que a fin de completar su magro salario se emplea como vendedor de una casa comercial de Montevideo.

     Dejemos que el propio personaje de don Felisberto nos lo cuente:

     “Desde hacía algún tiempo ya no tenía esa preocupación: alcancé a entrar en una gran casa de medias para mujer. Había pensado que las medias eran más necesarias que los conciertos y que sería más fácil colocarlas. Un amigo mío le dijo al gerente que yo tenía muchas relaciones femeninas, porque era concertista de piano y había recorrido muchas ciudades: entonces, podría aprovechar la influencia de los conciertos para colocar medias.

     “El gerente había torcido el gesto; pero aceptó, no sólo por la influencia de mi amigo, sino porque yo había sacado el segundo premio en las leyendas de propaganda para esas medias. Su marca era “Ilusión”. Y mi frase había sido: “¿Quién no acaricia, hoy, una media Ilusión?”. Pero vender medias también me resultaba muy difícil y esperaba que de un momento a otro me llamaran de la casa central y me suprimieran el viático”.

     Nuestro protagonista hace grandes esfuerzos, pero no logra colocar las medias en una cantidad razonable.

     Cierta vez, acude a una cafetería y se pone a jugar con un niño que trae un chocolatín en la mano. Se cubre con las manos la cara y empieza a hacer como que llora, mientras le pide al niño que le dé su dulce. El infante cae, le otorga el chocolate y él se lo devuelve con una sonrisa.

     Pero se da cuenta que al poner las manos en la cara verdaderamente le habían salido lágrimas. Lo ensaya de nuevo momentos después, ya a solas, y nuevamente logra llorar.

     Un día, llega a una tienda y se pone a llorar, con lo que consigue que varias damas compadecidas le compren una buena cantidad de medias. El buen resultado lo hace que repita la trampa en más oportunidades, y se vuelve un vendedor exitoso.

     “Pronto se supo que a mí me venía ‘aquello’ que al principio era como un recuerdo. Yo lloré en otras tiendas y vendí más medias que de costumbre. Cuando ya había llorado en varias ciudades mis ventas eran como las de cualquier otro vendedor.

     “Una vez me llamaron de la casa central -yo ya había llorado por todo el norte de aquel país- esperaba turno para hablar con el gerente y oí desde la habitación próxima lo que decía otro corredor:

     “—Yo hago todo lo que puedo; ¡pero no me voy a poner a llorar para que me compren!

     “Y la voz enferma del gerente le respondió:

     “—Hay que hacer cualquier cosa; y también llorarles…

     “El corredor interrumpió:

     “—¡Pero a mí no me salen lágrimas!

     “Y después de un silencio, el gerente:

     “—¿Cómo, y quién le ha dicho?

     “—¡Sí! Hay uno que llora a chorros…”

     Pueden leer el cuento completo en Internet, y conocerán el desenlace de la historia.

     Pero con lo que sí nos quedamos, es que llorar puede ser una buena trampa para conseguir la compasión de la gente.

sglevet@gmail.com

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