Y sí, el domingo pasado en Minatitlán la gente de Nahle/Cuitláhuac terminó por hacer, sin querer, un juego de comparaciones entre los dos aspirantes más sonados a la candidatura de Morena para Gobernador de Veracruz en 2024. Pero una vez el cotejo se hizo entre un presente en el estado (y vaya que sí), Sergio Gutiérrez Luna, y una ausente (y vaya que también), Rocío Nahle.
He ahí el problema para las huestes cuitlistas, que su gallina (lo digo sin ninguna intención misógina) viene poco al estado, no se relaciona con las fuerzas vivas veracruzanas, no platica con protagonistas ni con liderazgos ni con representaciones… no hace acuerdos, ni amarres, ni complicidades a futuro.
La política es un juego de interlocuciones, de negociaciones, de integraciones.
Y no se puede tener interlocución, ni negociar ni integrarse con alguien que no está.
Como es costumbre, los de casa quieren solventar su falla con su indigente “política colmillo”, y desde el Gobernador para abajo (incluidos Eric L. y la elegante diputada Rosalba) todos manejaron como estribillo la ingeniosa idea de que el minatitleco Gutiérrez Luna no es veracruzano (¿como sí lo es la zacatecana Rocío Nahle?) y que en estas tierras nadie conoce al famoso diputado (¿como si se conoce a la distante Secretaria de Energía, que sólo habla con la gente del Gobierno y con algunos alcaldes afines de la zona Coatza-Mina?).
En la misma tesitura, en una especie de milagro de los panes y los peces del sermón de la montaña, los chayoteros cuatroteístas (que los hay, aunque lo quieran negar, acusando de su pecado a los otros) recibieron la orden de voltear las cifras de los eventos del domingo 6 en Minatitlán. Y así cambiaron los 800 acarreados a la Unidad Deportiva en ¡6 mil!, y bajaron los más de 4,500 invitados de Sergio en el Centro de Convenciones a solamente mil.
Pero la necia realidad se niega a transformarse y a convertir en verdad las falsas cifras y las pésimas argumentaciones. El respetable, que en Veracruz es sumamente inteligente, exige que haya inteligencia en las dos partes, y parece que falta mucha en una.
Y así pues, Sergio Gutiérrez Luna vino una vez más a su tierra (¡a su tierra!) e hizo lo que sabe hacer tan bien (y también): política. Llegó acompañado de un nutrido grupo de diputados morenistas, petistas, verdes, 48 en total, enseñó su músculo, acuerpado por los petroleros, por los maestros de las dos secciones del SNTE, por organizaciones civiles, por empresarios, por líderes regionales.
Siguió hablando con todos aquellos que no han encontrado oídos en el Gobierno estatal, que se sienten ignorados, ninguneados, apartados.
Hizo su tarea, y eso no se lo quieren perdonar sus “adversarios” cuitlistas, que no han terminado de aprender a gobernar porque están muy ocupados en inventar marrullerías y en seguir lo que entendieron de la máxima obradorista: mentir, robar y traicionar al pueblo.
Sí, fue el día de Sergio en su tierra natal… y vienen otros días iguales en muchas otras partes de la geografía estatal.