Para lograr su presunto fin de convertir la revocación de mandato en un plebiscito a favor de su reelección o eternización en el poder, Andrés Manuel López Obrador necesita que el domingo 10 de abril acuda a las urnas el 40 por ciento del padrón electoral del país.
Son, en corte al 18 de marzo de 2022, 93 millones 466,469 ciudadanos los inscritos en la lista oficial del Instituto Nacional electoral (INE), lo que quiere decir que el morenismo tiene como meta que vayan a las urnas cuando menos 37 millones, 368,588 sufragantes, y que 18 millones 693,295 de ellos manifiesten su voluntad de que AMLO siga en la Presidencia de la República hasta el término de su mandato constitucional de seis años, menos dos meses porque el sexenio se acortó al primero se septiembre de 2024, y no al primero de diciembre de ese año.
Bueno, ésas son las cifras mínimas, porque lo que opinan varios analistas serios (“conservadores”, “vendidos”, “traidores a la patria”, “fifís”, les llama la intransigencia presidencial) es que Andrés Manuel, en sus cifras guajiras y en su sueño de ser el “padrecito de la nación”, piensa que obtendrá -haiga sido como haiga sido- una apabulladora votación en su favor, que lo “obligará”, “contra su voluntad”, a permanecer en el poder, porque así lo exige el pueblo bueno y honrado.
En verdad, no se encuentra otra explicación lógica a esa enfermiza necesidad de hacer la consulta para la revocación del mandato y a los recursos milmillonarios gastados desde la ilegalidad para arrimar a los ciudadanos otra vez a las urnas, esta vez con ayuda del aparato y el dinero del poder público, y repetir la jornada del primero de julio de 2018, con 30 millones de votos a favor del patriarca de Morena.
Las cuentas alegres de los estrategas electorales del lopezobradorismo ven su oportunidad en que hay en el padrón 11 millones 203,110 jóvenes de entre 20 y 24 años de edad, y 11 millones 331,957 que tienen de 25 a 29 años. Son el grueso de la población juvenil que recibe las becas de jóvenes sembrando el futuro y otras similares, que están seguros votarán porque siga, no el Presidente, sino la dádiva que reciben cada mes o dos meses, y que les permite medio sobrevivir sin tener que trabajar.
Y a eso le suman los 11 millones 682,218 viejas y viejos de 65 años o más, que AMLO consideran comprados con los 1,350 pesos mensuales que reciben bimestralmente.
Ahí creen los amloístas que tienen sus 30 millones de votos que repetirán el milagro de hace casi cuatro años.
Pero esta vez las cosas van a ser diferentes, porque la gente, harta de tantas mentiras, robos y traiciones, no va a salir a votar, aunque el Gobierno quiera lo contrario.