En México es sabido que cuando alguien muere, de súbito le brotan las virtudes y el difunto es merecedor hasta del enaltecimiento más exagerado, de allí la sabia conseja popular que intenta explicar fenómeno tan curioso: “no hay mejor indio que el indio muerto”, porque hasta sus detractores en vida de pronto sufren amnesia y lo cubren de increíbles elogios. Sin embargo, no sucede así en todos los casos, como el del gloriado médico neurocirujano Mauro Loyo Varela, a quien por igual, amigos o adversarios, seguramente rinden justo y permanente reconocimiento a sus indiscutibles méritos profesionales, reconocidos hoy por hoy en todo México y allende nuestras fronteras. Corresponde a los círculos profesionales de la ciencia médica brindarle los honores del caso, no se duda que lo harán. En cuanto corresponde a Veracruz, cuna de su nacimiento, ya se verá si a las autoridades del sector salud les inspira la bonhomía para reconocer y otorgar homenaje al gran aporte de Loyo Varela durante su desempeño como como titular de esa importante área de la administración pública estatal. “Dejamos un Sector Salud a la altura de los mejores de New York”, dijo en su despedida del cargo de gobernador Miguel Alemán Velasco (1998-2004). Explosiones de euforia y dilatado ditirambo aparte, el desempeño de Mauro Loyo al frente de la Secretaría de Salud veracruzana fue relevante por sus destacados logros, pues dejó profundos surcos en su paso por esa dependencia; muestra fehaciente fue la fundación del Centro de Cancerología (CECAN), para atender adecuadamente y con elevada calidad profesional al sector poblacional carente de seguridad social, coincidentemente las más económicamente vulnerable, ese nosocomio fue considerado uno de los mejores del país. Lamentablemente, en lo sucesivo el entusiasmo del creador impulso perdió vigor profundizando la gran diferencia entre el antes y el después. El Centro de Especialidades Médicas, Rafael Lucio, fue remodelado en áreas de vital importancia, quirófanos y equipos de primer orden, las salas de atención y urgencias y la remodelación del área privada vieron significativos avances. El Hospital Civil “Luís F Nachón” también recibió beneficios en sus áreas de atención general, quirófanos y funcional área privada, adicionándole la construcción de un estacionamiento para uso del personal y público. El Hospital Regional de Veracruz fue privilegiado con un área de hemodinámica de proporciones extraordinarias; el Centro Comunitario de Coatzacoalcos también fue objeto de beneficios en equipo médico para reemplazar al desgastado en uso. El hospital comunitario de Oluta fue ejemplo en su tipo, lo mismo las instalaciones médicas en las sierras de Soteapan y de Zongolica. En verdad, fue fructuoso el repertorio de realizaciones en el Sector Salud Veracruzano durante la administración de Mauro Loyo en el gobierno de Alemán. Mauro Loyo Varela, el hombre, ya atravesó el umbral que delimita nuestra dimensión de lo desconocido, pero el ilustre profesional de la medicina ya figura con relumbrante presencia en los anales de la elite científica del país, ni duda cabe.