Hace justo dos años en nuestro país se anunciaba la primera muerte por Covid-19, era marzo de 2020, aunque en algunas localidades del país (Veracruz incluido) la gente moría por “neumonía atípica”, poco o nada se sabía del virus que causaría estragos en la salud mundial, sin embargo, el aprendizaje fue doloroso, y la Organización Mundial de la Salud (OMS) tomó el control de la situación como punto de referencia desde el cual se mandaban los terroríficos mensajes de la pandemia y las recomendaciones sobre cómo debíamos conducirnos para evitar males mayores. Cada gobierno en su respectivo país implementó medidas de contención, se reorganizaron los sistemas de salud evidenciándose acentuados matices en ese sentido porque, ya por conveniencia política o bien por ignorancia, de inicio algunos no tomaron muy en serio la embestida ni las recomendaciones de la OMS. Desde México observábamos los estragos del Covid en Europa, el aislamiento a que se sometía a la población, los procedimientos médicos para reducir los efectos: uso de cubrebocas y aplicación de pruebas, en ambos caos nosotros nos atrasamos en su adopción, fue cuando alguien sugirió que por razones genéticas acá la agresión no iba a tener los mismos efectos. Afortunadamente, los científicos de las naciones desarrolladas lograron la gran proeza de crear el antídoto adecuado en tiempo record, diseñaron sus respectivas estrategias de vacunación y poco a poco se fue desactivando la peligrosidad del virus, cuyas variantes, no obstante, siguieron acumulando víctimas a su luctuosa cuenta. Dos años después pareciera que ya podemos ver la luz del otro lado del túnel, en muchos países la disciplina de usar el cubrebocas y mantener la “sana distancia” se ha relajado, y en México lo celebramos poniendo el semáforo en verde. No obstante, en China se observan signos preocupantes por un rebrote que mantiene a regiones de ese país bajo el asedio pandémico; en Alemania también se advierten manifestaciones de peligroso repunte ¿qué hacer en México? Cuidarnos, obviamente, pues registramos más de 321,000 decesos, aunque por el exceso de la mortalidad la revista científica The Lancet señala que la cifra puede ascender “a los 798,000 decesos, 2.4 veces más de lo dicen las cifras oficiales”. Aunque la revista Lancet adelanta algunos juicios respecto a la política pública adoptada para combatir la pandemia señalando los titubeos de los inicios, la estrategia de desdeñar el uso del cubrebocas y la aplicación de pruebas preventivas, habrá que esperar elementos adicionales para una evaluación final. Mientras, lo mejor es seguir las recomendaciones giradas desde el IMSS: “pasar a semáforo epidemiológico verde a nivel nacional no significa que la enfermedad por covid-19 está erradicada, ya que de acuerdo con la historia las pandemias llegan para permanecer por largos periodos”. Lo prudente implica “sana distancia, uso de cubrebocas, higiene frecuente de manos, no saludar de beso, de mano o abrazo, y mantener ventilación en lugares cerrados”. Más vale prevenir que lamentar.