“Electra.”
Mtro. José Miguel Naranjo Ramírez.
El ciclo troyano escrito por Sófocles concluye con la tragedia: “Electra”. Este personaje tan influyente en la cultura occidental fue abordado por los tres trágicos griegos, Esquilo se refiere a ella en su pieza titulada: “Coéforas”·, y Eurípides nos presenta su propia versión en “Electra”. Independientemente a la forma tan variada en que puedan desarrollar los mitos a través de las obras teatrales, lo esencial se encuentra en la maravillosa manera de abordar los temas y reflexionar sobre una gran cantidad de circunstancias y hechos que son materia inherente del hombre universal, e incluso, la cultura griega clásica es anterior al cristianismo y aunque muchos conceptos, modelos y valores cambiaron, la temática sigue siendo vigente, vayamos a conocer la historia y meditar sobre la misma.
Electra es hija del Rey Agamemnón, este personaje tan familiar para los lectores de la Ilíada de Homero, cuando regresó triunfante de la guerra de Troya a su reino donde gobernaba y lo esperaba su familia, al poco tiempo de su regreso fue cruel y cobardemente asesinado por su esposa Clitemnestra y el amante de esta llamado Egisto. Con la trágica muerte del guerrero, sus hijos se dividieron, en el caso de Orestes y Electra vivieron en el desamparo, Orestes para salvar su vida se autoexilió, Electra era tratada como una esclava por su propia madre, todo porque se supo que los nuevos amantes fueron los asesinos de su padre. Los años pasaron y Clitemnestra “medio” disfrutaba de su amor con Egisto; eran los nuevos gobernantes, vivían en lujosos palacios rodeados de opulencias, riquezas, no obstante, utilicé el término “medio”, porque toda persona que comete un mal para obtener un aparente bien, la historia psicológica del hombre nos enseña que jamás ha podido vivir tranquilo y en paz, ante la sociedad, tal vez, puede fingir que es feliz, dichoso, que nada le preocupa, que es fuerte y seguro, empero, en la soledad por más que trate de evadir su culpa, la conciencia siempre lo acusará de ser un asesino, un farsante, un ladrón, un embustero, un corrupto, y en el caso particular de Clitemnestra, vivía día a día la terrible pesadilla interior de saber que ella asesinó a su esposo, al padre de sus hijos, que una pasión la llevó a la traición y perdió a su familia, que
sus hijos la odiaban, la aborrecían, por eso en la soledad de su alcoba Clitemnestra desesperadamente le pedía a los dioses la ayudaran, la protegieran:
“¡Oh Febo, protector de esta tierra: ¡oye mi plegaria, aunque tan silenciosa! Hay quien me atisba, hay quien me vigila, hay quien me oye. No estoy entre amigos. ¡Oh príncipe Liceo: visión ambigua tuve la pasada noche! ¿Son de buen agüero sus presagios? ¿Son funestos y perniciosos?”
En este ambiente de desesperación y angustia reaparece Electra en escena y tendrá un duro encuentro con su madre, literalmente le expresa: “Razona entonces. Necio es el fundamento de tus afirmaciones. Dime ahora: si te place, declara: ¿Hay causa alguna para vivir tan ignominiosamente como vives? ¡llegar a participar tu lecho al asesino que contigo quitó la vida a mi padre! ¡pretender darle hijos, cuando has echado de la casa a los legítimos que de un recto connubio nacieron! Pero… ¿A qué seguir razonando? ¡No te cansarás de decir que yo estoy ofendiendo a mi madre! ¡Madre, madre…! ¡Madre no, tirana! A ti debo la vida que arrastro: tú y tu amante me hunden en la miseria y en el dolor.”
Los diálogos donde interviene Electra son verdaderas joyas poéticas en los cuales Sófocles aborda una buena cantidad de temas que siguen siendo los temas de nuestros tiempos; el respeto a la ley, la justicia, el castigo, las penas, la consciencia del bien y del mal, el odio, el rencor, el perdón, el control o descontrol de nuestras pasiones, el temor a la muerte, y hasta lo aquí planteado prácticamente estamos ante el desgarramiento y sufrimiento de Electra, por cierto, un dolor y rencor comprensible, porque si lo analizamos detenidamente y ojalá y nunca estemos en circunstancias tan dolorosas, pero, ¿Cómo pedirle a Electra que olvide y perdone? ¿Lo haríamos nosotros? Sé que podríamos argumentar: ¿Y qué se gana con no perdonar?, ¿Con la venganza reviviríamos al ser querido? ¿Dejaríamos de sufrir? Encontrar respuestas es difícil, por ahora les comparto la de Electra:
“Un loco solamente, un loco que perdió la mente, olvidar pudiera la muerte de su padre. No, para mí es muy grato el recuerdo del ave lamentosa que clama siempre. –De cuantos días en el mundo he vivido, el más duro ese fue. ¡Noche, noche doliente y espantosa, en que sin sentido mi padre halló muerte! De dos manos horrendas que a mí me sostuvieron; dos manos infaustas que muerte me dieron y baldón. Quiera el numen tremendo que en el Olimpo reina, en pago de sus delitos, pudrir sus carnes, y que jamás el sol luzca para los que tal perpetraron.”
Recordemos que falta se apersone Orestes y este momento llegará, el hijo exiliado de Agamemnón aparecerá para vengar la muerte de su padre, esto implica que deberá asesinar a su propia madre. Electra lo espera con desesperación, está dispuesta a ayudar a su hermano con todas sus fuerzas y así hacer justicia de tan horrible y bajo crimen, mientras Orestes llega, el Coro de doncellas de Argos intenta consolar a Electra con las siguientes palabras: “El tiempo es un Dios que todo aplaca.” ¿Será? Hay daños que son realmente irreparables.
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·A los interesados les comparto las ligas donde podrán consultar los artículos escritos sobre: “La Trilogía de Oretes”, escrita por Esquilo, en donde desde su visión nos presenta las tragedias de los mismos personajes que abordaremos en el presente trabajo.