HOY:

Transfuguismo político, pero no somos iguales

En la década finisecular (última del siglo XX) en nuestro país surgió un fenómeno político conocido entonces como “transfuguismo”, que consistía en el traslado de un militante priista hacia otras siglas partidistas, particularmente con dirección al PRD y en menor numero al PAN; se trataba de actores políticos priistas, insatisfechos porque su partido no les concedía la postulación a un  cargo de elección popular, y sintiéndose con convocatoria ciudadana emigraron otras siglas donde encontraron...
lunes, mayo 12, 2025
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¿Es tiempo de perder las esperanzas?

El sol no se tapa con un dedo. No todos están satisfechos con las pensiones del bienestar. El dinero regalado no tarda en acabarse y la economía estallará en pedazos. Los ríos de sangre crecen y se desbordan. La desaparición del poder judicial independiente es la tumba de la República y la democracia representativa. El nacimiento de la dictadura imperfecta, el imperio del resentimiento, las envenenadas ocurrencias, y los inútiles caprichos faraónicos. Saquean, no sólo roban. Mienten procazmente. Traicionan sistemática y deliberadamente todos los principios que dijeron enarbolar. Compran conciencias, amenazan, censuran, desbaratan, son...

Violencia y ausencia de autoridad: barras futboleras y barras políticas

Como un Narciso que se asoma al reflejo del agua para admirar su imagen, México entero vio horrorizado y con dolorosa claridad la imagen de lo que nos hemos convertido por la violencia normalizada, pero constante y creciente de los últimos 15 años: una República y una sociedad donde la ausencia de autoridad y la inexistencia de un Estado de Derecho hace que un puñado de violentos impongan el terror por medio de la fuerza, la crueldad y el salvajismo, mientras las familias y el resto de los mexicanos huimos despavoridos y las autoridades sólo observan, complacientes, ineptas y cómplices, cómo a sus gobernados los golpean y asesinan salvajemente, cómo son pateados en el suelo, inconscientes, en un espectáculo sanguinario que al mismo tiempo nos provoca náuseas, dolor y vergüenza al descubrir nuestro rostro actual.

Se siente un hueco en el pecho, un dolor profundo en el alma nacional cuando se ve de manera tan cruda y tan salvaje, lo que han logrado ya dos sexenios y medio de gobiernos fallidos en contener y controlar la violencia y la anarquía que campean en el país. Tres presidentes incapaces e ineptos en erradicar el cáncer de sangre, terror y muerte que corroe la vida de esta República y de sus habitantes: Felipe Calderón, que declaró una guerra perdida que nos bañó de sangre y nos robó la paz y la inocencia; Enrique Peña Nieto, que prefirió robar mientras la nación se desangraba y él simulaba contener la hemorragia, y Andrés Manuel López Obrador, que prometió la pacificación y llegó para rendirles pleitesía a los narcos, engordar al Ejército mientras los saca del combate al crimen y mira para otro lado.

No es difícil advertir que el mismo nivel de violencia, polarización y confrontación que estalló en ese estadio es el que hoy existe en el ambiente político nacional y entre la misma sociedad dividida y polarizada. En ese sentido las salvajes barras futboleras no son tan distintas de las envenenadas barras políticas que actúan con el mismo nivel de primitivismo y crueldad en contra de sus adversarios.

El discurso de odio y de violencia que todas las mañanas repite el presidente López Obrador y la respuesta no menos violenta y venenosa con la que le responden las élites políticas y económicas a las que ataca, son una versión refinada y oculta de la masacre futbolera en Querétaro.

Incluso, la violencia y la crueldad política que también campean por la República no sólo es entre rivales políticos, los mismos miembros de este gobierno, cuando se pelean entre ellos, pueden ser tan crueles y salvajes como los jóvenes que mancharon sus tenis de sangre de tanto patear a los del equipo contrario.

¿Qué nos extraña entonces y nos asombra del espectáculo grotesco y cruel que presenciamos en la cancha? Nos horroriza vernos la cara deformada que tenemos como sociedad. Nos azora sabernos solos e indefensos ante los violentos, salvajes y criminales que no respetan la ley ni la convivencia civilizada porque las autoridades que debieran defendernos hoy se niegan a aplicar la ley y han renunciado al uso de la fuerza pública por una supuesta “estrategia pacifista” que abraza a los criminales y ataca y condena a los ciudadanos críticos. Nos duele reconocer que nos hemos acostumbrado a la violencia, que nos hemos vuelto indolentes e insensibles ante el dolor de los demás y justificamos el asesinato de otros “porque seguro andaban en malos pasos”. Y nos asusta aceptar que somos un pueblo incivilizado, sanguinario y cruel con un gobierno inepto, ineficaz y demagógico que a estas alturas ya no sabemos si lo merecemos o sí simplemente lo padecemos pasivamente porque seguimos siendo una sociedad de apáticos y agachones… Los dados mandan Escalera Doble por la República azorada.

 

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