Por lo general, los hombres públicos que tienen poder y dinero contratan a especialistas en informática y/o a hackers para que les manejen y engruesen sus cuentas de las redes sociales.
Consiguen así tener muchos seguidores hechizos o inventados para mantener la idea de que una gran cantidad de personas los siguen, los admiran y los alaban.
Recuerdo a un Gobernador que hace unos años presumía ante un grupo de periodistas sus 500 mil seguidores en una de sus cuentas, y les decía ufano que tenía más lectores que cualquiera de ellos.
No supo lo que hacía ese fútil mandatario porque encontró una respuesta inmediata por atreverse a entrar en discusión con periodistas profesionales, acostumbrados a enfrentar al poder y a criticar las malas obras de los políticos corruptos o ineptos.
Un reportero de inmediato le espetó que no hablaba con apego a la verdad, porque su medio millón de seguidores solamente existía en la imaginación del experto que compró esa cantidad de bots para añadirlas artificialmente a su cuenta personal.
«Además,” -le dijo- “usted no tiene la credibilidad ni la confianza de los cien o 200 mil lectores que cada uno de nosotros tiene, que es nuestro tesoro personal.
«No compare, por favor».
Bueno, pues en el caso del líder nacional de Morena, Mario Delgado, ni eso se ha podido dar, porque apenas ajusta 338,139 seguidores.
El presidente nacional del partido MRN (disfrazado de Morena) sube tuits frecuentemente a su cuenta. Pero lo hace mal, muy en el tono triunfalista y provocador de su Patriarca, y consigue solamente que quienes lo leen, se enojen y le contesten de fea manera.
Es casi un fenómeno sociológico ver cómo este dirigente de un partido de izquierda es maltratado casi en todas las respuestas que alcanzan sus mensajes.
En cierto sentido, Mario logra un éxito porque recibe de inmediato miles y miles de contestaciones, aunque por desgracia son en sentido negativo. Y provienen de personas de carne y hueso, no de bots contratados, según me aclara una experta en informática, que sabe distinguir cuáles cuentas son reales y cuáles están hechas de manera ficticia.
Lo que le dicen a Mario Delgado en su Twitter va desde el insulto hasta la reprobación, y pasa por el humor, el reproche y muchos señalamientos que cuestionan su capacidad intelectual.
Decía el refrán popular que alguien no podía alardear de aceptación y éxito si en su propia casa hablaban mal de él.
Podemos trasladar eso al Twitter de Mario, que hasta pena da.