Cual Napoleón del siglo XXI que sale airoso rumbo a Rusia, con la seguridad de conquistar la nación de los Zares, así se lanzó ayer el presidente López Obrador, al mando de su ejército de diputados y senadores incondicionales y sumisos, a la guerra por conquistar el nuevo modelo eléctrico nacionalista. Y como primer disparo de Palacio Nacional publicaron el proyecto de dictamen que discutirán las Comisiones Unidas de Puntos Constitucionales y de Energía, en el que modifican dos artículos transitorios, pero dejan intacto el modelo de control estatal con la CFE como monopolio de la generación de electricidad en el país, y la cancelación de contratos a las empresas de autogeneración.
Con ese dictamen como disparo inicial de la guerra eléctrica en la que AMLO y su 4T se enfrentan a un enemigo de varias cabezas: la de los opositores de PRI-PAN-PRD que ayer dijeron que van unidos y con todo en contra de la iniciativa presidencial; la otra cabeza es de la Casa Blanca, que desesperada ante la terquedad del mandatario mexicano que se negó a cambiar su reforma eléctrica, decidió preparar a su ejército de abogados para demandar al gobierno mexicano en el marco del T-MEC; y la de otro ejército, el de los cabilderos y lobistas de las grandes empresas de energía de los Estados Unidos, que han intentado con todo tirar la reforma constitucional del sector energético.
Hasta ahora es claro que los enemigos de la reforma eléctrica tienen de su lado el número de votos necesarios en el Congreso para rechazar un cambio a la Constitución, pero aun así López Obrador manda a sus tropas a pelear a una guerra que se ve muy difícil para los morenistas y sus aliados. Y si sabe que van a perder ¿para que los manda? ¿Acaso el presidente tendrá bajo la manga un as que le daría los votos de priistas suficientes para sacar su reforma constitucional?
En el choque frontal entre la bancada oficialista y la bancada del bloque opositor, una de las incógnitas es hacia dónde se van a mover los 22 diputados de Movimiento Ciudadano. Hasta ahora se sabe que iban en contra de la reforma lopezobradorista, pero en el arranque de esta guerra legislativa no se habían pronunciado y eso deja la incógnita sobre ¿de dónde vendrán, si es que las hay, las traiciones de diputados que se vendan o se dejen cooptar por los ofrecimientos políticos de la 4T?
Porque salvo que López Obrador y Morena ya tengan apalabrados y cooptados los 57 votos que les hacen falta para aprobar la reforma eléctrica, no se entiende cómo o por qué lanzaron su ofensiva para someter al pleno la propuesta de cambios constitucionales al sector eléctrico.
¿Será que esta guerra eléctrica —casi guerra santa— que ha iniciado el mandatario tabasqueño termina como aquel retiro vergonzoso de Napoleón del territorio ruso, después de conquistar una Moscú en llamas y teniendo que salir en retirada, ante el debilitamiento de sus tropas por el frío invierno y la escasez de suministros en el año 1812?
Tres años después de aquella fallida campaña en Rusia, el emperador Napoleón al que el mundo entero había visto huir en retirada de los cosacos rusos, sería enfrentado y derrotado por los ejércitos de Prusia y Gran Bretaña, quienes derrotaron al ejército napoleónico, con Bonaparte al mando, en la batalla de Waterloo y de ahí saldría vencido y preso a la Isla de Santa Elena. ¿Ir a una guerra que no se ve segura y más bien parece perdida por su reforma eléctrica, no terminará siendo un Waterloo para AMLO?