viernes, marzo 29, 2024

Las mentiras; el sello de la casa

Desde el Café

Bernardo Gutiérrez Parra

Si te fijas lector, la cantaleta de “No mentir, no robar y no traicionar al pueblo” que López Obrador repitió hasta la náusea en su campaña y el primer año de su gobierno, tiene rato que se fue al cajón de los trebejos. Quizá no ha robado (aunque su familia y achichincles ah bárbaros), pero sí ha traicionado y sobre todo, ha mentido una barbaridad.

El impoluto tabasqueño ha hecho de la mentira la razón de su existencia. De acuerdo con la consultora política SPIN, hasta septiembre del 2021 había dicho 61 mil 74 mentiras en sus conferencias. A un promedio de 80 por mañanera.

Andrés Manuel pertenece al 1% de sujetos y sujetas que dicen más de 25 embustes diarios. Si durante su cuatrienio el mitómano de Donald Trump dijo poco más de 23 mil falacias, López Obrador tiene rato que le dio la vuelta con sus más de 60 mil. Y lo que le falta.

Un estudio de la Universidad de Alabama dice que todos los seres humanos mentimos y lo hacemos a razón de cuatro a 200 mentiras cada 24 horas (depende del mentiroso), pero agrega que la gran mayoría son mentiras inocentes e inofensivas. Si Andrés Manuel parloteara todo el día, diría en promedio 960 falsedades y no tan inocuas.

Ayer jueves dijo: “En materia de seguridad es notorio el avance en la Ciudad de México, es de las ciudades más seguras. Se dijo y se puede probar, que es más segura que varias ciudades de Estados Unidos; es más segura que Nueva York”.

¿Se puede probar eso? Claro, se puede probar que es una vil mentira y una soberana jalada.

El periodista Jorge Ramos le contestó casi de inmediato: “¿Quién dice que la ciudad de México es más segura que Nueva York? Estos son los datos que encontré: En el 2021 hubo 485 asesinatos en Nueva York contra 1,638 que hubo en la ciudad de México, según cifras oficiales. La violencia sigue siendo la gran falla de este gobierno”.

Y no sólo el antiguo DF es inseguro, otros lugares también.

Las ocho ciudades más violentas del mundo en 2021 TODAS FUERON MEXICANAS. El deshonroso primer lugar lo ocupó Zamora y le siguieron Ciudad Obregón, Zacatecas, Tijuana, Celaya, Ciudad Juárez, Ensenada y Uruapan. El noveno lugar fue para San Luis, Misuri (en Estados Unidos) y el décimo para Kingston, la capital de Jamaica.

También estuvieron enlistadas Colima (lugar 14); Acapulco (16); Cuernavaca (18); Irapuato (21); León (22); Chihuahua (30); Morelia (34); Cancún (40); Culiacán (43) y Guadalajara en el lugar 47.

Nunca en 14 ediciones había sucedido que el Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y la Justicia enlistara a 18 ciudades de un solo país entre las 50 más peligrosas del mundo. México es el primero.

Pero eso ni le va ni le viene a López Obrador que al referirse a la pesadilla de la violencia la trata con sospechoso desdén, alarmante desidia e inocultable desvergüenza.

México rebasó la cifra de 100 mil desaparecidos desde 1964. La cantidad es brutal pero más lo es saber que en el sexenio de Andrés Manuel han desaparecido 30 mil personas. Desde que se lleva este registro ninguna otra administración había tenido tantas en sus primeros tres años.

¿Y qué dijo el presidente? Que el incremento durante su mandato puede deberse a que “ahora los buscamos y antes no”

A ver, cómo está eso. ¿Cómo que están aumentando las desapariciones porque están buscando a los desaparecidos?

Y esa mentira la remachó con otra más grande: “Se está haciendo un trabajo como nunca de búsqueda. Ningún gobierno se había ocupado de los desparecidos como ahora. Toda la Secretaría de Gobernación está dedicada a eso”.

Lo cierto es que México es un desastre en seguridad y ni los adversarios, ni los fifís, ni los conservadores o neoliberales son los responsables, sino un presidente cínico que gobierna a base de mentiras y manifiesta impunidad con los delincuentes.

Su desprecio por los desaparecidos, los feminicidios y asesinatos dolosos no tiene precedente en ningún mandatario. ¿Por qué actúa de esa manera? Quizá porque ni los muertos ni los desaparecidos votan.

¿Que no votan?

Que no se llame sorprendido si en 2024 familiares y amigos de los 30 mil desaparecidos, de las más de 3 mil mujeres masacradas y los más de 120 mil asesinados con dolo durante su gobierno abarrotan las casillas.

Que no se vaya a pasmar si se agregan los 4 millones de nuevos desempleados, los 5 millones de nuevos pobres, los 3 millones de nuevos mexicanos en pobreza extrema, los cientos de miles de mujeres maltratadas y los padres de niños muertos por falta de medicamentos.

Cuando López Obrador llegó al poder había en el país 53.4 millones de habitantes pertenecientes a la clase media, y en apenas dos años (2018 a 2020) los redujo a 47.2 millones. A todos los ha descalificado, vituperado, ninguneado y sobajado con el sello de la casa: las mentiras.

Quizá su soberbia no le ha dejado ver que esos millones (que lo llevaron al triunfo) también cuentan. Y más cuando se les humilla y relega.

Acomplejado y testarudo, Andrés Manuel se niega a reconocer que la clase media es el motor y el corazón del país que mal gobierna.

bernardogup@hotmail.com

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