jueves, abril 18, 2024

Palabra de político

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Al escuchar decir al presidente López Obrador en su mañanera de ayer que éste 2022 será el año con la mayor inversión extranjera en la historia del país con más de 19 mil millones de dólares, vinieron a nuestra mente los discursos hiperbólicos de Fidel Herrera cuando, según él, en tres años ya había cumplido gran parte de sus metas. No es la intención comparar a ambos políticos entre sí, pero la ciudadanía mexicana ya sufre del síndrome de la burra arisca respecto al dicho de quienes acceden al poder y de pronto casi de unísono adoptan un discurso poco aparejado con la realidad. Sin embargo, cual moderno Sísifo, aquel de la mitología griega que empujaba cuesta arriba una gran roca solo para dejarla rodar hacia abajo una vez llegado a la cima, en cada cambio de gobierno volvemos a depositar nuestras esperanzas de que, por fin, se cumplan nuestras expectativas. No se ignora que mucha gente en México tiene la firme convicción de que con López Obrador se alcanzarán las metas de un verdadero cambio, no todos sin embargo tienen la misma percepción. El mismo fenómeno lo presenciamos en Veracruz cuando “el gobierno cercano a la gente” de Fidel Herrera llegaba al término de su gestión; respecto de eso escribimos en julio de 2010:

“En los llanos del sur sotaventino, directos como suelen ser, reza el refrán: “de lengua me como un plato”, porque al escuchar los logros que según el gobernador había conseguido en solo tres años era fácilmente comprobable la falacia, pues el discurso oficial no coincidía con la realidad, ya que ni estábamos industrializados ni habíamos salido de la pobreza extrema de casi la mitad de los habitantes de Veracruz, tampoco había otra delegación del IMSS aparte de las dos que existen hace más de 30 años. Mucho menos se había detenido la emigración de veracruzanos debido a la implementación de los programas locales de gobierno; menos que hayan los empleos que se dice; el campo aún yace inerte, ni esta tecnificado; tampoco contamos con los últimos avances de la energía eólica; en turismo seguimos recibiendo al de torta y horchata pese a nuestros extraordinarios atractivos culturales y de los que la naturaleza nos legó.

“Para quienes sí creyeron ese cuento hubiera bastado recordarles que quizás pasaron por alto el hecho de que estaban frente a un extraordinario operador político-electoral y que no era el caso analizar acciones de un gobernante. Porque lo que se vio fue pura operación electoral, seis años de lo mismo; la administración eficiente brilló por su ausencia; el estigma de la corrupción permeó todas las percepciones sociales. Lejos de acciones de gobierno, el principal objetivo era la obtención de votos, a cualquier precio y la meta la retención del poder, que sirviera, por supuesto, “al proyecto político”. Sísifo inmarcesible

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