Serpientes y Escaleras
Salvador García Soto
Las revelaciones que ayer hizo públicas el dirigente nacional del PRI, Alejandro Moreno Cárdenas, para sustentar su afirmación de que es víctima de una persecución política y jurídica lanzada desde Palacio Nacional y ordenada por el presidente López Obrador, no sólo sacuden el escenario político y violentan códigos no escritos entre la clase política gobernante y de la oposición, sino que van más allá al romper reglas de amistad y camaradería política entre el líder priista y su compadre, el senador y coordinador del Partido Verde en el Senado, Manuel Velasco Coello.
Las acusaciones que lanza “Alito”, como se conoce al dirigente del PRI, sobre una campaña de acoso, desprestigio y “odio” del gobierno federal en su contra, por la simple razón de que no quiso votar a favor de la reforma eléctrica del presidente, son de una gravedad extrema, pero al mismo tiempo de una incongruencia total por parte del diputado y exgobernador campechano.
Grave porque involucra espionaje telefónico ilegal desde el gobierno a un líder opositor, con todo lo que eso significa penalmente y lo que ha negado hasta el cansancio López Obrador, que sostiene “que en mi gobierno no se espía a nadie”; e incongruente porque en la misma conferencia donde denuncia escuchas ilegales, Alejandro Moreno exhibe, como prueba, una grabación ilegal.
“Alito” acusó “amenazas de muerte” en su contra y la de su familia, y para probarlo, no dudó en balconear a un compadre y “hermano” suyo –como los dos se llaman en la conversación telefónica.
La mayor amenaza que transmite Manuel Velasco al dirigente del PRI es advertirle “que se van a ir con todo”, a lo que Alejandro Moreno responde con un entusiasta, “diles que en el PRI no respondemos así, y que, si se van a venir con todo, que yo no tengo tema, y que lo que me sobran son huevos”. Hay algo que, en medio de esta grave acusación no revela “Alito” y se lo guarda, y es que más allá de los mensajes y presiones que le mandaron a través de Velasco, hubo otras reuniones “directas y personales” entre él y el secretario Adán Augusto López, donde las amenazas fueron más explícitas y directas.
Mientras Velasco se deslinda de cualquier amenaza y afirma, tanto en su cuenta de Twitter como en una entrevista que nos concedió anoche en “Las Noticias de la Noche”, de Heraldo Televisión, y afirma que él nunca supo que su compadre “Alito” lo estaba grabando, que menos autorizó la difusión de una conversación privada, que además fue “editada y manipulada”, anoche fuentes directas y cercanas al secretario Adán Augusto López le afirmaban a esta columna: “El secretario dice que nunca amenazó a Alejandro Moreno y que jamás lo haría”; las fuentes que transmitieron el mensaje desde Bucareli, sostienen que “no es el estilo de Adán, él es un hombre negociador y conciliador que no amenaza”.
La denuncia grave que ayer expone el dirigente opositor, uno de los tres pilares de la Alianza “Va por México”, ha sacudido el escenario político y ha encarecido cualquier acción de represalia que el gobierno de López Obrador quiera tomar en contra del político por el cual se acuñó el mote de “traidores de la Patria”, con el que etiquetaron y acosaron a los 239 diputados de la oposición que votaron en contra de la fracasada reforma de López Obrador.
Por eso, como dice al despedirse Manuel Velasco, de quien sin avisarle que lo estaba grabando ilegalmente: “¡dale, compadre!”, y a partir de ahora se van a dar con todo los que alguna vez jugaron a ser primos y afines: el PRI y la 4T de Morena. Si el presidente creyó que a los priistas los iba a convencer con cortejos políticos y amenazas de “traición a la patria”, para romper sus pactos y alianzas con el PAN, se equivocó y tal vez no supo llegarles al precio. Y ahora, el partido que creyó más débil se puede volver su peor enemigo y pesadilla.