Por Edgar Hernández*
Por primera vez en la historia de la entidad cinco premios nacionales hablaremos sobre el periodismo emergente, los valores éticos, géneros y como sobrevivir –como reportero- en una entidad en conflicto o guerra como es el caso de Veracruz.
A periodistas, aspirantes y gente interesada, urge actualizarse en estos tiempos de crisis. Aprender a comunicarnos y construir las bases de una nueva sociedad organizada.
Un diplomado en periodismo –para periodistas, para profesionales interesados, para políticos y gobernantes y para jóvenes y adultos que no entienden dónde ha llegado la relación prensa estado- está por abrirse bajo los auspicios de la universidad IVES.
El Instituto Veracruzano de Estudios Superiores, ha convocado a cinco profesionales Claudia Guerrero, Virginia Durán Campollo, Armando Ortiz, Marco Antonio Aguirre, Bernardo Gutiérrez Parra y Edgar Hernández a un diplomado donde habrá de revisarse con el debido rigor profesional, el entorno de convivencia social en donde el periodismo juega un papel sustantivo.
Iniciamos el tres de septiembre.
Este acontecimiento para quien como yo que he cumplido 50 de ejercicio profesional me regresa en la historia.
A la época de la insurgencia.
A las barricadas, el despertar violento de los pueblos, la participación de hombres, mujeres, niños, ancianos en guerras que se saben cuándo empiezan, nunca cuando terminan.
El Veracruz y México de hoy me evocan la lucha fratricida de los pueblos donde los rifles son más grandes que los niños que van a la guerra, en donde las mujeres son más valientes que los atrevidos varones, donde las amas de casa juegan un papel protagónico en la supervivencia alimentaria.
Difícil alejar de la mente las balas asesinas del dictador, el exterminio de la gente por la vía de la contaminación de ríos y centros de abasto acuífero, el bombardeo a poblaciones abiertas, la lucha calle a calle, casa por casa hasta replegar al enemigo.
En tiempos de guerra cada fusil ganado representa un hombre más caído.
Las reservas alimentarias en latas, medicinas y agua enterradas en las salas de las casas para resguardo de los bombardeos, la tortura y violaciones a los rebeldes en manos de los enemigos.
Dar la cátedra de “Corresponsalía de Guerra” es regresar a los relatos de cómo sobrevivir como reportero. Los mecanismos de envío de información, las fuentes de abasto noticioso en una lucha donde cientos de enviados van a lo mismo, la geografía –campo o ciudad- adversa, el idioma, la supervivencia, el saber que puedes no regresar.
Me regresa a uno de los cuatro premios nacionales recibidos a lo largo de mi vida profesional donde fui “testigo” de una guerra que nunca vi –La Guerra de las Malvinas- pero la cual narré e ilustré con imágenes de la BBC de Londres (compradas a ATC de Argentina) que me pusieron a la cabeza de la información nacional.
Los sucesos bélicos que dieron lugar a la caída de la dictadura de Nicaragua –hoy gobernada por un guerrillero, Daniel Ortega, que se convirtió en dictador-, los brutales acontecimientos de El Salvador, donde la muerte del arzobispo Oscar Arnulfo Romero, desataría una guerra civil.
Los kaibiles de Guatemala, el Panamá de Torrijos y la lucha por la independencia de su canal; la migración de miles de familias a Honduras por situaciones de guerra.
Los inicios del M-19 en Colombia y la toma del Palacio de Justicia por órdenes de Pablo Escobar, los Montoneros de Argentina, la eterna dictadura en Paraguay, los primeros escarceos de la izquierda hacia el poder en Brasil.
Barcelona y ETA, Alemania y las células de “Septiembre Negro”, el movimiento de “Solidaridad” en Polonia con Lech Walesa, moviendo a miles de obreros metalúrgicos, la guerra del desierto de Marruecos.
Son muchas las vivencias que merecen ser contadas para entender que pasa en México a partir del nuevo siglo con insurgencias ahora dedicadas a la criminalidad, al secuestro, al tráfico de drogas, a las alianzas políticas, a la creación de narcogobiernos… a gobernar la república al lado del presidente.
Esa es la nueva narrativa que habré de contar, a la par de mis compañeros periodistas que traen bajo el brazo lo que se llama las nuevas tendencias del periodismo actual y las comunicaciones digitales en esa búsqueda de la democratización de la información.
La pretensión es que al finalizar el diplomado, los estudiantes sean capaces de reflexionar, estructurar y gestionar los productos informativos desde una mirada objetiva y confiable.
Que el procesamiento y visualización de datos para contar historias, información redactada correctamente, con ética, pueda servir para la elaboración de crónicas, periodismo de investigación, reportajes de todo tipo, entrevistas, la comprensión y uso de redes sociales y, sustantivamente, comunicarse con el nuevo mundo que vivimos.
Vale la pena el Diplomado. Será de 90 horas en línea y presencial.
Tiempo al tiempo.
*Premio Nacional de Periodismo