Juegos de Poder
Leo Zuckermann
No cabe duda: López Obrador es un gran político. Tiene una enorme capacidad de seducción. Muchas personas (yo conozco varias) se han quedado verdaderamente enamoradas de este personaje. Ahora nos enteramos que una de ellas es nada menos que el embajador de Estados Unidos en México, Ken Salazar.
Lo dicen sus propios compatriotas. Un artículo largo de The New York Times (NYT) revela cómo el representante personal del presidente Biden se ha convertido más en el representante del presidente López Obrador.
Los autores del artículo, Natalie Kitroeff y Maria Abi-Habib, afirman que entrevistaron a muchas fuentes, incluso dentro del gobierno estadunidense, que comparten esta percepción. Algunas, me atrevo a especular, son del Departamento de Estado e incluso de la Casa Blanca. Así operan en ese país cuando quieren enviar un mensaje. No están contentos con la labor de Salazar, quien se ha alineado más a los intereses del presidente mexicano.
Bien por AMLO, quien ayer defendió a Salazar en su conferencia matutina. Mal para los intereses de Estados Unidos que se sienten amenazados por la agenda lopezobradorista. Y mal para todos aquellos mexicanos que ingenuamente piensan que Estados Unidos va a venir a salvar al país de la destrucción institucional de la llamada Cuarta Transformación.
Ni a los republicanos ni a los demócratas les importa un bledo la democracia mexicana. Como decía John Foster Dulles, “los Estados Unidos no tienen amigos, tienen intereses”. Les interesa un vecino seguro que no les genere problemas, les resuelva el tema migratorio, se detenga el flujo de drogas y con el que puedan hacer buenos negocios. Si eso lo logran con Victoriano Huerta, Carlos Salinas o López Obrador, bienvenidos sean.
El asunto es que AMLO sí le ha generado problemas al gobierno de Biden. La no asistencia del Presidente mexicano a la Cumbre de las Américas produjo enojo de la Casa Blanca. El embajador Salazar, ni porque fue varias veces a Palacio Nacional, pudo convencerlo.
Un problema menor frente a la seguridad que se deteriora cada día más en México. O el raro coqueteo entre el gobierno de AMLO con algunos grupos del crimen organizado. Ni qué decir de la economía que va mal y, por tanto, ha crecido el número de mexicanos que intenta migrar sin documentos al vecino del norte.
Está, desde luego, el tema de los negocios energéticos donde empresarios estadunidenses invirtieron miles de millones de dólares por las reformas de Peña y que AMLO está echando para atrás. El propio Salazar se equivocó en este asunto. Dijo que el Presidente mexicano tenía razón en buscar cambios a la legislación energética contradiciendo la postura de la secretaria de Energía de Estados Unidos, Jennifer Granholm.
Agréguese que ya son muchas las corporaciones, cámaras empresariales, representantes, senadores, gobernadores y sindicatos estadunidenses que se han quejado a la Casa Blanca por el incumplimiento de México del nuevo Tratado de Libre Comercio.
¿Y dónde está su embajador?
Comiendo tamales de chipilín con AMLO.
El artículo del NYT revela que “al interior del gobierno estadunidense, algunos cuestionan si el enfoque blando de la actual gestión de verdad funciona o más bien envalentona a López Obrador, mientras desafía la influencia estadunidense”.
Pues es evidente: nuestro Presidente está envalentonado, al punto que ahora exige que Estados Unidos indulte a Julian Assange o, de lo contrario, hará una campaña para desmontar la Estatua de la Libertad en Nueva York.
De acuerdo a Duncan Wood, vicepresidente del Wilson Center, AMLO está manipulando al gobierno de Biden a través de Salazar, quien llegó, dice NYT, “para apaciguar al presidente mexicano”. Vaya ingenuidad. El embajador se ha agregado a la larga lista de individuos que se creyeron con la capacidad de sosegar a AMLO, pero acabaron siendo sus paleros.
Ahora resulta, como afirma el NYT, que Salazar ya se creyó el cuento del fraude electoral del 2006. Que, además, contra la política de fiscalización de las organizaciones no gubernamentales que reciben dinero del gobierno de Estados Unidos, puso en duda la honorabilidad de Mexicanos contra la Corrupción e Impunidad, asociación que detesta AMLO por haber destapado varios casos de corrupción de su administración.
Honor a quien honor merece. Punto a favor de López Obrador por haber seducido a Salazar. El problema es que ya se dieron cuenta en Washington y están enojados. Al parecer, no lo van a tolerar más. Si el embajador leyó bien el artículo del NYT, sabe que sus días están contados. Regresará a Colorado como otra víctima más de enamoramiento con AMLO.