En un resumen acerca de los gobiernos que han dirigido este país los encontramos en la categoría de buenos, regulares y malos, entre estos últimos algunos han alcanzado el grado de catastróficos. Para entender esta clasificación es preciso definir lo que entendemos por un buen gobierno y cuáles son los parámetros de los cuales se hace uso para catalogarlos en ese rango. No es tarea fácil explicarlo en unos cuantos párrafos, porque, además, debemos definir si el grado de aceptación popular de un gobernante se corresponde con la aptitud para atender el reto de resolver la problemática que todo gobierno enfrenta, por esa condición aquí nos permitimos dar solo minúsculos avances: es posible medir un gobierno por sus resultados, si estos acumulan más puntos favorables que negativos escalarán a buenos o regulares, pero, ¿cómo medirlos? Si atendemos a la tesis cuyo postulado fundamental reconoce que la sociedad se organiza en Estado para resolver sus problemas colectivos y la solución de estos debe proporcionar calidad de vida a los gobernados, entonces debemos acudir al índice de resultados después de la implementación de sus programas de gobierno, obviamente tomando en consideración los medios disponibles para llevarlos a cabo y el grado de eficiencia y eficacia en su aplicación. Otros elementos a tomarse en cuenta refieren al contexto social, político y económico en el cual se desempeña. En lo político, porque, al menos en México, la sincronía del poder entre el gobierno federal y el de las entidades federativas es determinante, si el gobernador pertenece al partido gobernante lleva indudable ventaja, y los apoyos institucionales fluyen con mayor facilidad. El factor económico no es menos relevante, porque en tiempos de crisis los recursos escasean y entorpecen el cumplimiento de los programas. Por supuesto, el social es factor de subrayada importancia, pues el grado de aceptación popular de las obras de infraestructura facilitarán su continuidad sin tropiezo alguno (el caso del Tren Maya es paradigmático). ¡Con esos elementos, en la tesitura de catalogar los gobiernos estatales del siglo XXI en Veracruz ¿en cuál categoría, bueno, malo o regular, colocamos a Migue Alemán Velasco, Fidel Herrera, Javier Duarte, Miguel Ángel Yunes y Cuitláhuac García? Conscientes de la dificultad que representa para quienes no cuentan con la información cierta y suficiente para ese propósito, lo más probable es que se obtengan respuestas sugeridas por la percepción del opinante respecto a esos gobernantes, resultando un material poco confiable por la ausencia de datos duros. Pero vale la pregunta ¿cuál de esos gobiernos alcanzará la categoría de catastrófico, o a cuál calificamos como bueno, regular o malo? Thats is the question, pregunta Shakespeare en Hamlet.