Sin tacto
Ha causado muchos comentarios la iniciativa presentada por la diputada Magaly
Armenta Oliveros para modificar la Constitución local de modo que personas no
nacidas en el estado y que no sean hijas de veracruzana o veracruzano puedan
ser elegibles para gobernar a Veracruz, en lo que se le ha llamado como la Ley
Nahle.
Subyace en el tema de la vecindad y la oriundez una discusión que viene desde
lejos en México, y que tuvo su primera manifestación entre los diputados que
redactaron la Constitución juarista.
Tomo la información del texto “La residencia como un requisito de elegibilidad
electoral”, publicado en 2012 por Manuel González Oropeza (magistrado de la
Sala Superior del TEPJF entre 2006 y 2016) y que forma parte del acervo de la
Biblioteca Jurídica Virtual del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM.
Lo cito:
“El tema de la vecindad y de la residencia fue discutido en el seno del Congreso
Constituyente de 1856-57. Sin embargo, la discusión se generó a partir de la
propuesta de que en el artículo 60 constitucional se prescribiera, como uno de los
requisitos exigidos para ser diputado al Congreso de la Unión el de ‘ser residente
en el Estado que hace la elección’”.
Y lo que son las cosas, don Francisco Zarco, diputado juarista y uno de los más
eminentes periodistas del siglo XIX, se manifestó en contra de esa exigencia, por
lo que propuso “abolir el requisito propuesto, en razón de que en una verdadera
democracia todo ciudadano es elector y elegible, por lo que consideró
antidemocrática la restricción.”
Miren nada más lo que opinaba Zarco al respecto:
“La residencia es una cosa accidental que cambia por circunstancias ajenas a la
voluntad, y que por sí sola no da ciencia ni patriotismo. Parece injusto que un
Estado no pueda nombrar a uno de sus ciudadanos que le haya prestado buenos
servicios, sólo porque reside en otro Estado, o que no pueda depositar su
confianza en el hombre [recordemos que en esa época las mujeres no podían
votar ni ser votadas] de cuya capacidad se promete buenos resultados.”
Y Zarco insistió “en la posibilidad de que los Estados eligieran a sus
representantes (recuérdese que se había abolido la Cámara de Senadores) no
sólo entre sus nativos o vecinos, sino sobre todo entre la ciudadanía en general,
de forma tal que un estado pudiese elegir diputado a una persona que no
habiendo nacido en su territorio ni siendo vecino del mismo fuera considerado en
tal estima o de tal talento que su oriundez y su vecindad no importaran para
designarlo representante de alguna entidad federativa.”
Hasta aquí el argumento del insigne juarista. Mañana seguimos con el tema.
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