domingo, diciembre 22, 2024

Crisis en la educación superior

Expresión Ciudadana

En México, de acuerdo con la Secretaría de Educación Pública (SEP), hay cerca de 4 mil universidades y miles de carreras profesionales distintas que se pueden estudiar. Sin embargo, sólo 33% de los jóvenes en edad de estudiar la universidad lo hacen, y al salir, sólo el 50% opina que pasar por la universidad haya mejorado sus posibilidades para emplearse.

En Veracruz de acuerdo a datos del INEGI de esas 4 mil instituciones de educación superior, había para el ciclo escolar 20-21 un total de 297 IES, donde 87 eran públicas y 210 privadas. El total de alumnos inscritos era de 189,263 alumnos, siendo 95,499 hombres y 93,794 mujeres, con una tasa de abandono escolar del 14.9%, presentando casi las misma opiniones que a nivel nacional.

El fracaso no termina ahí, más del 40 por ciento de los empleadores en México considera que no encuentra el talento necesario en los egresados: los alumnos culpan a las empresas, las empresas a las universidades y las universidades a los dos anteriores.

De acuerdo con la SEP, 65 por ciento de los jóvenes elige una carrera profesional por presión social, tradición familiar o imagen, y esto suma al fracaso en su empleabilidad y su sintonía con lo que el mercado laboral demanda. Adicionalmente, las empresas que sí logran encontrar talento, tienen que formarlo nuevamente al ingresar a sus filas, lo que incrementa el costo del tiempo en el que son capaces de aportar valor los nuevos empleados.

De las cerca de 4 mil universidades en México, alrededor de mil 200 son públicas y el resto privadas, de las cuales sólo 120 pertenecen a la Federación de Instituciones Mexicanas Particulares de Educación Superior (FIMPES) y se someten a estándares de acreditación más altos que los de la SEP. Hay otras mil que se ubican entre las universidades chicas que procuran ofrecer oferta educativa de calidad, como las que se ubican en la Federación de Instituciones y Universidades Particulares de Educación Superior (FUIPES), del Estado de Veracruz, instituciones que hacen enormes esfuerzos por estar a la altura de las mejores. La enorme mayoría de las otras 1 mil 680 son universidades de garaje o universidades «patito» como se les llama.

Su proliferación se presta al fenómeno de mercantilización de la educación, en donde las universidades ofrecen las carreras que los alumnos demanden y no las que el mercado laboral requiere. La existencia de tantas universidades que no son universidades, ha disminuido el valor de un título profesional, haciendo relativamente fácil que alguien se titule, cuando en realidad hay muchos rangos de calidades en educación superior.

El enfoque de las autoridades federales y universidades en asociar la calidad con proceso y no con resultado, distancia a los egresados de lo que demanda el mundo laboral. Se asocia calidad con asignaturas, libros y profesores y no con el resultado que producen las universidades en términos de empleabilidad y aceptación por el mundo laboral.

A los problemas no resueltos señalados, se agregó los efectos de la pandemia del COVID 19 que obligó al sistema educativo a cerrar las aulas por más de 24 meses, y que no ha hecho más que acelerar y agudizar las insuficiencias de la Educación Superior,

La ecuación es simple, la pandemia trajo deserción escolar superior al 25% de la matricula existente en promedio, tanto en instituciones públicas como en privadas. Los problemas de aprendizaje se incrementaron, los de enseñanza también al no estar preparados del todo los docentes en la impartición de cátedra de manera virtual, la falta de infraestructura digital de varias instituciones tuvo serios problemas de acceso en los alumnos a las plataformas escolares.  

Desde que la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaro la pandemia, el mundo y las sociedades en cada país, han vivido una de las situaciones más críticas en la historia de la humanidad. Las condiciones de confinamiento forzoso, distanciamiento social y paralización de actividades, en prácticamente todas las naciones, han afectado severamente la vida cotidiana y las acciones de mujeres y hombres en todo el planeta.

La educación superior, por supuesto, no ha sido una excepción. A nivel nacional, el impacto es similar a otras actividades humanas y también asume formas particulares por las características específicas de las actividades docentes, de investigación y de extensión de este nivel educativo. Los actores sociales que la conforman -estudiantes, académicos, trabajadores manuales y administrativos y autoridades, así como otros sectores de la sociedad que interactúan con universidades, colegios e institutos superiores y centros de investigación, han tenido que hacer frente con premura y creatividad al reto de reorganizar sus actividades para dar continuidad al ejercicio de sus funciones sustantivas y para seguir atendiendo los retos y problemas que enfrentaban desde antes de que estallara la crisis del COVID-19.

La encuesta internacional de la International Association of Universities proporciona datos interesantes sobre las tendencias de la educación superior mundial en el contexto de la pandemia.

  • El 80 % de las instituciones de educación superior (IES) que señalaron que tiene un impacto importante en la inscripción de estudiantes nacionales e internacionales, con efectos negativos especialmente en las IES privadas.
  • Poco menos de la mitad (48%) indican que sus “gobiernos han tomado acciones de apoyo para mitigar los efectos de la crisis, en la educación superior, especialmente para completar el año académico”.
  • Casi todas las IES reportan que el COVID-19 ha afectado la enseñanza-aprendizaje y que la educación en línea ha sustituido a la presencial. Este cambio ha planteado enormes retos tecnológicos, pedagógicos y de competencias.
  • Casi 90% de las IES encuestadas señalan que ha habido un impacto negativo en la movilidad internacional de estudiantes, aunque este es diferenciado entre instituciones.
  • En contraste, 60% reportan que se ha incrementado la movilidad virtual o alguna otra forma de aprendizaje colaborativo en línea, como alternativas a la movilidad física.
  • El 80% de las IES indica que también las actividades de investigación se han visto afectadas. El impacto más común es la cancelación de viajes internacionales (83%) y de conferencias científicas (81%). Más de la mitad (52%) reportan que los proyectos de investigación están en riesgo de no ser completados.

Además, afecta de manera específica a distintos actores sociales, así como a diversos procesos que han venido teniendo lugar en las instituciones de educación superior.

En México, una gran cantidad de estudiantes se han visto afectados de distintas maneras. La cancelación de clases presenciales y los estudios en línea, organizados con premura y preparación insuficiente, han generado grandes dificultades y se han incrementado los procesos de exclusión y marginación.

La UNESCO ha señalado que el mundo no estaba preparado para una disrupción educativa a semejante escala, en la que de la noche a la mañana escuelas y universidades del mundo cerraron sus puertas, apresurándose a desplegar soluciones de educación a distancia para asegurar la continuidad pedagógica.

En este contexto global de emergencia, nuestro país no es una excepción, con apenas 1 de cada 2 hogares con servicio de Internet de banda ancha, y con ausencia de planes de contingencia para enfrentar el cambio del modelo presencial al modelo educativo a distancia, lo que ha impactado de manera inédita a todos los actores de la educación superior.

En este contexto, México está bastante mal parado. En 2016, el país se ubicó en el 87º lugar en el mundo y en la 8º posición en América Latina en el acceso a las TIC, detrás de Uruguay, Argentina, Chile, Costa Rica, Brasil, Colombia y Venezuela, en ese orden, según indicadores de la Unión Internacional de Telecomunicaciones (ITU), con sede en Suiza. También existe una gran brecha digital dentro del país: solo 45 por ciento de los mexicanos cuenta con una computadora y 53 por ciento tiene acceso a Internet en casa, según la Encuesta Nacional sobre Disponibilidad y Uso de Tecnologías de la Información en los Hogares (ENDUTIH), de 2018.

Como es de esperarse, tal acceso no se distribuye de forma equitativa, ya que 73 por ciento de la población en áreas urbanas tiene acceso a Internet, comparado con el 40 por ciento en zonas rurales. Aún más preocupante, solo 4 por ciento de los residentes rurales cuenta con Internet en casa.

En el caso de la educación superior, existen fuertes desigualdades según la condición socioeconómica de los estudiantes. Para los que provienen de familias del primer decil de ingresos, 55 por ciento no cuenta ni con Internet ni con computadora en casa, mientras que, para el decil más rico, la cifra es de apenas 2 por ciento, según la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos del Hogar (ENIGH) 2018; es decir, existe una brecha digital de 25 a 1. En promedio, 18 por ciento de estudiantes de las universidades públicas y privadas no tiene acceso a ambos servicios. Para el nivel medio superior, sin embargo, la brecha es aún más marcada: 81 por ciento de los más pobres no tiene ni Internet ni computadora en casa, comparado con 3 por ciento de sus pares más ricos y, en promedio, 40 por ciento no tiene acceso a las TIC en casa.

En las condiciones descritas, entre las decisiones que han tenido que afrontar los estudiantes están las cancelaciones de becas y otros apoyos y la necesidad de diferir estudios, así como posponer o cancelar planes para educarse en otros países.

En este contexto se agudizan otras dificultades para las IES como la reducción de financiamiento público, la baja en las demandas de ingreso, los apuros para el reclutamiento de estudiantes y la reducción de cuotas y colegiaturas.

En México, se recrudecen los problemas financieros, en particular para las universidades públicas en situación de crisis y con necesidad de recursos adicionales para su rescate económico y viabilidad. A lo anterior se suman otros temas complejos que han quedado pendientes o que han emergido durante la pandemia. Entre estos destaca la cancelación de fideicomisos para apoyo a la investigación, que ha castigado a las instituciones de manera diferenciada.

Debido a lo anterior, en los próximos meses y años es muy probable que se den cambios relevantes en las formas tradicionales de trabajo académico y en la organización de las IES. Será necesario analizar con cuidado los problemas y alcances que la educación a distancia ha evidenciado durante la crisis actual, para superar las deficiencias pedagógicas y la agudización de la exclusión y la desigualdad social y de género.

Ya se habla del establecimiento de nuevos modelos de enseñanza virtual y de sistemas híbridos (presenciales y a distancia) para la docencia. Sin embargo, en el ámbito de la investigación, en las ciencias y las humanidades, aun no se vislumbran con claridad nuevos modelos y formas de trabajo académico que transformen a las universidades y centros de investigación.

En México es claro que será necesario establecer una nueva agenda de transformaciones para las IES en general y para cada una de ellas a partir de sus particularidades. Es evidente que será necesaria una reflexión profunda sobre los procesos de enseñanza-aprendizaje, los modelos pedagógicos y el uso de tecnologías. Será necesario también tomar iniciativas para el mejoramiento de las condiciones laborales y salariales de los profesores por horas.

En suma -como resulta esperable de un proceso de esta magnitud, la pandemia del COVID-19 ha afectado profundamente a las instituciones, actores y procesos que tienen lugar en la educación superior.

Tenemos muchos retos,las universidades, la sociedad y las empresas, debemos partir por reconocer nuestra diversidad nacional y enfocar nuestros esfuerzos educativos en resultados reales de empleo y mejora en la calidad de vida y no en procesos, papeleo y dogmas académicos.

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