Con mucha frecuencia se habla de la resistencia que debe mostrar un político frente a los embates de la actividad que desempeña, ser inmune a los agravios, a los insultos, a los dicterios o simplemente resbalarlos, aunque en no pocas ocasiones esa “fortaleza” se identifica con la carencia de escrúpulos, es decir, a mayor contenido de escrúpulos menor oportunidad en el avance político. Es basta la experiencia y olfato político de Monreal, solo así sería explicable su actitud (que no el único, por supuesto) frente a la manifiesta indiferencia mostrada por el presidente hacia sus pretensiones de ser considerado entre los posibles candidatos de MoReNa a la presidencia de la república. En 2018, Monreal aspiraba a la candidatura de MoReNa al gobierno de la CDMX, pero una “consulta” de las típicas de ese partido “votó” a favor de Claudia Sheinbaum, dejando a Monreal fuera de la jugada y haciendo berrinche, aunque el otro aspirante, Martí Batres, tomó con filosófica resignación el caso. Hizo olas la inconformidad de Monreal, lo cual obligó al candidato presidencial de MoReNa a abandonar transitoriamente su tozudez y negoció su actual posición en el senado de la república. Sabe el senador Monreal la causa del por qué no es considerado entre los precandidatos, en realidad sobre Ebrard y Monreal, sus respectivas trayectorias políticas y facultades personales opera en sentido contrario la voluntad concentradora del mando de López Obrador, quien debe estar convencido que cualquiera de estos personajes, en caso de llegar a la presidencia no obedecerían un mandato transexenal, y sin duda correría el riesgo de ser mandado ipso facto a su rancho de Palenque. Pero, poco a poco, paulatinamente el senador Monreal camina hacia la salida, y se orienta por un prurito inducido por el conocimiento de los tiempos y las circunstancias, pues en política nada se escribe en piedra. Acaba de votarse en Comisiones la iniciativa presidencial sobre la Guardia Nacional, Monreal no votó en consonancia con su bancada, se abstuvo, lo cual motivó una embestida directa del presidente, quien considera que de esa forma avala “la falsedad, la hipocresía y la politiquería” de los conservadores. La cuerda se tensa y los vericuetos se estrechan para Monreal quien seguirá haciendo malabares de equilibrista hasta donde se lo permitan las circunstancias. Y el mundo seguirá su marcha.