viernes, diciembre 27, 2024

No hay nada nuevo bajo el sol

En el Eclesiastés, uno de los libros de la Biblia llamados de la sabiduría, en el capítulo 1 versículos 8, 9 y 10 (en la versión de la Biblia de Jerusalén), se dice, se lee: “… Nadie puede decir que no se cansa el ojo de ver ni el oído de oír. / Lo que fue, eso será; lo que se hizo, ese se hará. Nada nuevo hay bajo el sol. / Si algo hay de que se diga: ‘Mira, eso sí que es nuevo’, aun eso ya sucedía en los siglos que nos precedieron”.

Bellísimo el Eclesiastés, como el Libro de Job, otro de los libros de la sabiduría.

A lo largo de los siglos se ha venido repitiendo esa sentencia, llena de sabiduría: no hay nada nuevo bajo el sol.

Siempre me he preguntado si estos de la 4T, si los del gobierno cuitlahuista, siquiera por curiosidad le han echado alguna vez una ojeada a la Biblia, si se han acercado a los libros que menciono, tan cargados de sabiduría, de los que todos debiéramos aprender.

Si los hubieran leído, o alguna vez solo por curiosidad o por accidente se hubieran topado con ellos, no anduvieran con esa zarandaja de nosotros no somos iguales, no somos lo mismo. Dios no castiga, nunca, pero la conseja popular creó un dicho que dice que Dios castiga y no a palos (o Dios castiga sin palo ni piedra, o Dios castiga sin cuero y sin palo, y otras variantes).

Resulta que los guindas llegaron al poder con la fanfarronada esa de que ellos son originales, diferentes, únicos, puros, hechos a mano; que no son lo mismo. Por eso Dios los castiga y sin palos ni piedras. Ellos caen solitos, en redondo. Aunque dicen que no son iguales, que son diferentes, resulta que en los hechos nos demuestran que están hechos a semejanza de sus primo-hermanos priistas. Su festejo elitista (AMLO diría que conservador, derechista, neoliberal, fifí, aspiracionista, clasista, racista) del 15 de septiembre los encueró y los pintó tal cuáles son. No. Definitivamente no hay nada nuevo bajo el sol. Antes que ellos ya habían sido otros igual.

Manuel Huerta repite a Fidel Herrera Beltrán

Pero me he permitido esta reflexión porque me motivó algo que le escuché decir al delegado federal de Bienestar y aspirante a la gubernatura, Manuel Huerta Ladrón de Guevara el lunes pasado: “… estoy preparado física, espiritual, mentalmente, para servirle al pueblo”. ¿Saben qué? Eso ya lo había dicho Fidel Herrera Beltrán, siendo gobernador. Sobre todo, eso de que estaba bien de la mollera, de la tatema, de la azotea, cuerdo.

El de Nopaltepec nunca hizo alguna alusión directa, pero lo decía porque sospechaba que alguien, alguno de sus enemigos políticos, no estaba bien de sus facultades mentales, acaso, tampoco lo dijo nunca en forma abierta, a causa de que consumía drogas. Como ahora Manuel, Fidel decía, igual, que no solo estaba sano y bien físicamente, entero, sino también mentalmente.

Fidelistas, se sometieron a examen antidoping

Incluso fue más allá e hizo algo que no sé si el cuitlahuismo, el obradorismo, el cuatroteismo se atreverían: a partir del segundo año de su administración, en 2005, para garantizar –ese fue el argumento oficial– una real y eficaz procuración e impartición de justicia a los veracruzanos, se sometieron a examen antidoping el presidente del Tribunal Superior de Justicia del Estado (TSJE), René Poblete Dolores, el entonces encargado de la Procuraduría de Justicia del Estado (PJE), Emeterio López Márquez, y la secretaria ejecutiva del Consejo Estatal de Seguridad Pública, Clara Luz Prieto Villegas.

Pero no solo ellos. Lo hizo el propio Fidel (la foto sentado, sacando la lengua en gesto de dolor cuando le tomaban su muestra de sangre, circuló en forma profusa en los medios), prácticamente a la vista de todos. Esos exámenes estaban a cargo de personal del IMSS.

Entre el 14 y el 24 de febrero de ese año se sometieron a la prueba 850 servidores públicos de los cuerpos de Seguridad Pública, de la PJE y del TSJE, entre ellos directores, subdirectores, agentes del Ministerio Público, oficiales secretarios, policías ministeriales y preventivos, así como custodios penitenciarios y agentes de Tránsito de las zonas de Xalapa, Veracruz, Poza Rica, Orizaba y Coatzacoalcos.

Hoy, cuando ve uno la arbitrariedad, casi siempre en forma violenta, con la que actúa la mayoría de los policías contra pacíficos ciudadanos, incluídas mujeres, se pregunta uno si no andarán cruzados, si estarán bien de sus facultades, incluidas las de la mente, si se la habrán tronado. Por lo menos, Manuel Huerta ya se anticipó y dijo a mí que me registren.

¿Están dispuestos los cuitlahuistas a probar que no hay pachecos entre ellos?

Indira, la gran ausente, ayer, en el Senado

Según registró la periodista Leticia Robles de la Rosa, quien desde hace más de 10 años cubre para Excelsior las actividades del Senado, a la sesión de ayer, donde el morenismo intentó por todos los medios posibles que se aprobara la permanencia del Ejército en las calles, en función de policía, asistieron 127 de 128 senadoras, y la única ausente fue la veracruzana panista Indira Rosales San Román.

¡Uf! ¡Uf! y ¡Recontra uf!

En una sesión que acaparó el interés político del país y hasta del extranjero, finalmente el bloque opositor PAN-PRI-MC-PRD se mantuvo firme y obligó al bloque Morena-PVEM-PT a regresar a comisiones el dictamen que pretende extender el uso extraordinario de las Fuerzas Armadas hasta 2028, cuando se dieron cuenta que la reforma constitucional del presidente Andrés Manuel López Obrador iba a sufrir una histórica derrota pues no les alcanzaban los votos para aprobarla.

Lo que llamó la atención fue que mientras que los senadores del PAN llamaron a los de los otros partidos que se opusieron a no doblarse y a mantenerse firmes, la ausencia de la boqueña, del grupo de los Yunes-Linares-Márquez, se tomó como una claudicación dentro del grupo opositor, para favorecer la pretensión del presidente y su partido Morena.

A menos que ofrezca una explicación convincente sobre su ausencia, nomás no cuadra, porque un voto, un solo voto podría haber hecho la diferencia entre el grupo opositor y el del presidente-Morena, y por ahora queda claro que jaló con los guindas. Aparte de ella, un día antes otro senador panista renunció a su partido para pasarse a Morena: el yucateco Raúl Paz, quien chaqueteó en forma descarada y se exhibió como un mercachifle de la política.

La pregunta se antoja: ¿jugó la veracruzana, se prestó a ser moneda de cambio… político?, ¿a cambio de qué? Y otras más: ¿Su ausencia la acordó con el dirigente nacional de su partido, Marko Cortés? ¿Obró de acuerdo con sus verdaderos jefes políticos, los Yunes del Estero? Puede tener todos los pretextos que quiera, pero lo cierto es que en política no existen las casualidades.

¿Qué le ofreció, si es que le ofreció algo, el secretario de Gobernación, Adán Augusto López Hernández, quien como nunca otro titular de la Segob fue a negociar directamente al Senado o lo hizo desde hoteles cercanos? Insisto, a menos que ofrezca una explicación que no deje dudas, Indira habría traicionado a su partido y a la alianza que pretende el bloque opositor para el proceso electoral de 2024. No se puede pasar por alto que ella es la secretaria general del Comité Directivo Estatal en Veracruz.

Ella tiene casi todos los espacios que quiera para salir a aclarar, pero si lo considera, aquí le ofrecemos este.

Mientras, Anilú trabaja para sus representados

Cuánta diferencia. En cambio, otra jarocha, la diputada local Anilú Ingram Vallines ha empujado fuerte a favor de las personas con descapacidad. Primero se creó el Consejo Estatal para las Personas con Discapacidad en julio pasado, y el lunes se acordó crear el Instituto para los Derechos y la Inclusión de las Personas con Discapacidad.

Pero, además, necesario, indispensable, se aprobó que en el paquete económico que se presentará en diciembre ante el Congreso local, se contemple una partida exclusiva para la conformación de dicho Instituto y para la aplicación de la ley 822, en beneficio de las personas con discapacidad.

De acuerdo a Anilú, quien preside la Comisión Permanente de Derechos Humanos en el Congreso local, se podrá beneficiar a 1 millón 542 mil 272 veracruzanos y veracruzanas que tienen alguna discapacidad.

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