Durante el gobierno de don Adolfo Ruiz Cortines (1952-1958) estuvo muy en boga un mito acerca del “sobre lacrado”, cuyo contenido, según el cuento, revelaba quién sería el sucesor del presidente de la república, es decir, por ese medio en la cúpula del PRI se enteraban a qué actor político lanzarían como su candidato “a la grande”. La marrullería característica en “don Adolfo” configuró gran curiosidad por conocer el nombre de su sucesor e incluso una firma cigarrera diseñó su promoción de mercadotecnia con la leyenda: “El Tapado fuma Delicados” (López Mateos los fumaba). En aquellos tiempos, en el Diario Excélsior brillaba la magistral destreza del caricaturista Abel Quezada, quien hizo famosa la imagen de un encapuchado, así nació en el argot político mexicano El Tapado; esa figura tuvo vigencia real hasta 1993, cuando el presidente Salinas dio la instrucción para que el PRI “destapara a Luis Donaldo Colosio como candidato a la presidencia. Ya conocemos las peripecias ocasionadas por la muerte del sonorense y la forma en cómo llegó a Zedillo la oportunidad de ser candidato y presidente de México. Realmente, Colosio fue el último “Tapado”, porque para el año 2000 estaba “muy cantada” la candidatura de Francisco Labastida, su Secretario de Gobernación, a quien el presidente Zedillo apoyó abiertamente contra las pretensiones de Roberto Madrazo. Con la alborada del siglo XXI llegó también la primera alternancia en la presidencia de la república con el triunfo del abanderado del PAN, Vicente Fox, que ni de lejos fue un “Tapado”. Felipe Calderón obtuvo a pulso la candidatura panista en 2006, porque Fox apoyaba a Santiago Creel, y en el PRI Roberto Madrazo había chicaneado la candidatura dejando a Arturo Montiel, del llamado Grupo Atlacomulco, con el bate al hombro. En 2012, al presidente Felipe Calderón no le fue posible poner candidato panista a su gusto y tuvo que hacer mutis porque los grupos de poder en su partido impusieron a Margarita Vázquez Mota, quien no pudo con el embate del candidato priista, Enrique Peña Nieto, quien venció también al candidato perredista, Manuel López Obrador. Está visto, con el nacer del siglo XXI, la figura del “Tapado” perdió vigencia y desapareció. Este diagrama historicista demuestra que el presidente López Obrador tiene razón al afirmar que “ya se terminó el “tapadismo” y el “dedazo”; pero no acierta en correr los tiempos y arrogarse el mérito: “Terminar con eso, desconcierta a quienes están muy cerca y vienen con nuestro movimiento, pero todavía dudan, no vaya a ser que se saque un as debajo la manga al presidente, que impulse a alguien, no, lo va a decidir el pueblo”. Es obvio que ese guion forma parte de la estrategia político electoral, pero, además, es intento “politiquero” para desviar la atención hacia otros temas respecto de la intensa curiosidad causada por el libro “El Rey del Cash”, en donde figura como personaje central. Y no solo de eso, también del acuerdo suscrito con el gobierno ruso sobre colaboración en materia espacial, y de la penosa cuesta inflacionaria, o bien de la muy preocupante escalada de violencia que atosiga a los mexicanos. Incurriría en lo superfluo establecer una comparación entre la importancia que tienen estos temas de quemante actualidad para el común de los mexicanos, con la desparecida existencia del “tapadismo” y “el dedazo”. Salvo que una encuesta demuestre lo contrario.