Una casa tipo colonial fue el escenario perfecto para volver a recordar la cantidad de leyendas que el abuelo o mi madre, las tías o hasta las primas contaban ¡y unas que jamás antes habíamos oído! hasta que fuimos a la Casa del Terror en Orizaba.
También es llamada Casa de las Leyendas, pero entre la raza pega más fuerte “Casa del Terror”.
Brujas, demonios, naguales, fantasmas, sirenas, monjes, lobos, duendes, entremezclados con historias de inquisición, amor, de ambición y hasta de bondad o malicia, es lo que se encuentra en lo que alguna vez fue la Casa Consistorial de Orizaba.
Uno bien miedoso y se pone a pensar: ¿A quién chingaos se le ocurre hacer un museo que te genere miedo en su recorrido?
Es cierto, hay un placer extraño cuando nos dejamos envolver por el miedo… y esto ocurre cuando en bolita, nos juntábamos a contar cuentos de espantos, por ejemplo… ¿a qué grado llegó esto que en la literatura tenemos el Género de Terror? Y no se diga la pintura y a mi mente llega el Aquelarre de Francisco de Goya, por citar a botepronto…
Platico esto, porque con lo primero que me despiertan las noticias la mañana del jueves, es la pretensión del alcalde de Badiraguato, Sinaloa, José Paz López, de hacer un Museo del Narco… perdón, no es pretensión: ya está trabajando sobre ello. ¿Qué motiva al edil esta idea? la resumo en dos puntos: Un “reconocimiento” a la narcocultura, “es nuestra historia y no podemos negarla”, dice; y por ende, dedicado a “grandes personajes” del narcotráfico de la región. Por supuesto, no habrá favoritismo… estarán los que el Pueblo Bueno y Sabio sugieran… ¿y las víctimas? Ah, bueno, pues… este…
Hay quienes ven en esta idea una apología no al narco, sino claramente a un personaje: El Chapo Guzmán.
Hay quienes les parece ofensivo abrir un espacio dedicado especialmente a una actividad que ha generado terror, muerte y luto no sólo en México, sino allende sus fronteras…
Al final, creo, tendremos un Museo del Narco… ¿por qué? Bueno… ¿Ha visitado alguna vez el Museo de la Santa Inquisición? ¿Cómo un episodio tan negro de la historia de la humanidad, plasmado en injusticia, asesinatos, muertes, persecución, conjugado con la exposición de instrumentos de tortura, esté expuesto al público? Por eso, porque no deja de ser un hecho histórico.
Un suceso nada parecido con el museo pero sí con los personajes involucrados, ocurrió el pasado Halloween en Estados Unidos, cuando varios cibernautas expresaron su malestar porque hubo quienes utilizaron un disfraz de Jeff Dahmer, asesino serial cuya historia llevada al Streaming, causó fuerte revuelo entre familiares y víctimas sobrevivientes de éste, que vieron en la película, una ofensa a su dolor… como sea, ahí está este filme en Netflix así como un documental expuesto por quien fuera su abogada.
Insisto: al final, habrá Museo del Narco en Badiraguato, por cierto, uno de los municipios consentidos del Presidente López Obrador…
Pero el asunto no es si hay o no Museo del Narco, sino cómo se plasme, sus trabajos de investigación, las colecciones, y lo más importante: la interpretación del patrimonio material e inmaterial de su exposición, porque en una de ésas, el alcalde de Badiraguato es capaz de poner una estatua del mismo Chapo a la entrada del Museo… ¡o tantito “pior”! A la entrada del municipio, para darle la bienvenida a los cientos de turistas motivados por el morbo, la curiosidad o sedientos de conocimientos de esta subcultura tan arraigada a la piel y sangre de nuestra vida cotidiana… ya hasta le veo nombre al Museo del Narco: “Abrazos, no Balazos”… y chapada con letras de oro… y plomo.
Aunque hay algo que reconocer: la construcción del Museo en Badiraguato se me hace totalmente innecesaria cuando ya todo el país es un Museo del Narco…