Vibra y se estremece la estructura política del país, pues nunca como ahora desde la cúpula del poder se lanzan saetas y relámpagos contra el bando de los adversarios conformando un ambiente de tensas relaciones entre los factores de poder. Debido a esa ríspida relación, los bandos en conflicto acaban por adoptar posiciones radicalmente contrastables e impiden espacios para la negociación, como deben ser los de las relaciones políticas. En ese escenario, inédito en nuestras efemérides más recientes, escuchamos al primer mandatario de la nación expresar con especial acento: “¡Uy qué miedo, mira como estoy temblando!”. En un país donde la subcultura política por atavismo histórico postula la premisa de endiosar la figura presidencial, la referida expresión no se corresponde con la elevada investidura de quien la formula, pues es más propia del pleito de callejón que de un personaje a quien se encargó el buen destino del país. No obstante, debemos aceptar que el escenario de los tiempos actuales está muy condicionado por la vibrante interacción ciudadana a través de las “benditas redes sociales”, donde circulan al por mayor basura y ríos de lodo que pervierten toda disputa de altura al convertirla. Sería iluso esperar un debate de mayor calidad, porque los tiempos de ahora involucran cambios que implican el futuro inmediato del país, eso no es cualquier cosa.