miércoles, abril 17, 2024

El Corredor Transistmico un proyecto milenario

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Ojalá avancen y se concrete para bien de los mexicanos de esta parte del país el proyecto del Corredor Transistmico impulsado en buena medida por el actual gobierno federal para continuarlo. Sin demérito de los dudosos resultados del Tren Maya y de Dos Bocas, los trabajos en el Istmo de Tehuantepec podrán formar la catapulta económica para el desarrollo del sur y sureste de México en esa parte de nuestra geografía tan codiciada por los Estados Unidos, Inglaterra y Francia. Desde la Colonia y la ubicaban con promisorio destino. Charles Brasseur, originario de Francia hizo excursión por esos lares a mediados del siglo XIX, recorrió Chiapas, Guatemala y la Península Yucateca subvencionado por el gobierno de Napoleón III; tradujo el popol Vuh. Resultado de sus recorridos es el libro Viaje por el Istmo de Tehuantepec ente 1859 y 1860, su narrativa incluye pasajes políticos acaecidos en nuestro país en esa época. Resulta de interés conocer referencias ciertamente históricas respecto al Istmo de Tehuantepec y su importancia como vía para el comercio y por supuesto de estratégica posición geográfica. Tomo de la parte introductoria de ese libro información relativa a esos antecedentes: “La posibilidad de una comunicación interoceánica a través del Istmo de Tehuantepec se plantea por primera vez en la Cuarta Carta de Relación de Hernán Cortés. En 1774, (el Virrey) Bucareli mandó hacer estudios para una posible vía entre el Pacífico y el Golfo de México… pero las posibilidades de hacerlo eran muy pocas; el puerto de Espíritu Santo (Coatzacoalcos) había sido cerrado a causa de las incursiones piratas. En 1808 Humboldt vuelve a hablar del tema y en 1814 Obregozo hace una nueva inspección”. El expansionismo norteamericano no descansaba en su ambicioso proyecto, tal como sucedió con un señor de apellido Garay, a quien Santa Anna en 1842 otorgó “concesión, por 50 años, para el tránsito de personas y mercancías a través de una vía que debía construir en el Istmo de Tehuantepec. Tenía también derecho de posesión sobre cualquier terreno baldío a diez leguas en caso de promover colonización. Vendió la concesión a los ingleses Manning and Co. –algunos autores afirman que la compró con este fin, sirviendo únicamente de intermediario y estos la traspasaron al ciudadano americano Hargous”. Continua la narración “En 1848, al discutirse el Tratado de Guadalupe Hidalgo, los americanos reclaman al gobierno mexicano por primera vez sus derechos de tránsito por Tehuantepec, dado que la concesión pertenece a ciudadano americano”. México adujo que la concesión había caducado pues ninguna vía se había construido. Para evitar conflictos legales, “el senado del estado de Oaxaca lanzó una convocatoria para abrir una vía interoceánica…”. No obstante, poco después la concesión fue adquirida por la compañía americana M.A, Sloo y Co. Prosigue: “En 1852 apareció el libro El istmo de Tehuantepec, resultado del reconocimiento que para la construcción de un ferrocarril de comunicación entre los océanos Atlántico y Pacífico que ejecutó la Comisión Científica bajo la dirección del sr J. G. Barnard… contratado por la Tehuantepec Railroad Co, de New Orleans”. Frustró este intento la amarga experiencia de haber perdido gran parte de nuestro territorio. Este apetitoso bocado territorial atraía poderosamente la atención estadounidense, así lo comprueba en su carta al presidente Juárez, el Secretario de Exteriores, Matías Romero, quien le escribió en 1859: “me hbló del istmo de Tehuantepec, sobre el que manifestó gran interés…”, se refería al presidente de los Estados Unidos James Buchanan. Si otra cosa no se interpone, mañana continuaremos el hilo de esta historia relativa al gran significado político, económico y comercial implícito en el Corredor Interoceánico en el istmo de Tehuantepec.

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