Estrictamente Personal
Raymundo Riva Palacio
El juicio de Genaro García Luna en Brooklyn tomó esta semana un camino esperado: la corrupción y el trasiego de drogas en el Aeropuerto Internacional Benito Juárez de la Ciudad de México durante el gobierno de Felipe Calderón. Los fiscales presentaron a un expolicía federal, Raúl Arellano Aguilera, que trabajó en el aeropuerto en esos años, y que identificó como principales responsables de esos ilícitos al entonces jefe de la Policía Federal en el aeropuerto, Óscar Moreno Villatoro, y al responsable de la lucha antidrogas, Ramón Pequeño.
Moreno Villatoro, que trabajó en el SAT al inicio del actual gobierno federal, está siendo investigado por la Fiscalía General por presuntos actos de corrupción en la administración de penales durante el gobierno de Enrique Peña Nieto, y sobre Pequeño, las acusaciones por vínculos con García Luna por presunto lavado de dinero se han ido desvaneciendo al punto de casi desaparecer.
Arellano Aguilera rozó apenas el fenómeno del narcotráfico en el Benito Juárez, que tuvo una eclosión en junio de 2012, cuando policías federales en la Terminal 2 se enfrentaron a balazos por un cargamento de cocaína, que dejó a tres de ellos muertos en el área de comida rápida y la captura de los responsables. De los entretelones de aquel episodio poco se sabe, y es incierto si se abrirá durante el juicio en Brooklyn. El expolicía fue muy selecto en las imputaciones, porque de haber abierto todo lo que se vivía en ese entonces ahí, salpicaría a funcionarios actuales en los gobiernos federal y capitalino.
El Aeropuerto Benito Juárez es un microcosmos de la guerra entre cárteles que se vivió durante el segundo lustro de este siglo. Hasta principios de 2008, el aeropuerto estaba bajo el control del Cártel del Pacífico, encabezado localmente por Jesús Reynaldo el Rey Zambada, detenido en la Ciudad de México meses después. El dominio del aún principal cártel mexicano, se rompió en enero de 2008 cuando los hermanos Beltrán Leyva se pelearon con esa organización, y aliados con Los Zetas empezaron una sangrienta guerra contra sus viejos socios.
El choque expuso la presencia de las organizaciones criminales en Cancún, Culiacán, Guadalajara, Oaxaca, Tijuana y Villahermosa, nodos del trasiego de drogas en el país. En el Benito Juárez, los Beltrán Leyva dejaron como responsable a Sergio Villarreal Barragán, el Grande, el primer testigo de la fiscalía de Estados Unidos contra García Luna, que contó con el apoyo de Los Zetas. El Rey Zambada, que representaba los intereses de su hermano, el jefe de la organización, Ismael el Mayo Zambada, y Joaquín el Chapo Guzmán, se alió con La Familia Michoacana.
Dinero y drogas entraban por el aeropuerto, donde, según Arellano Aguilera, les daban claves para saber en qué momento llegaban los paquetes con carga ilegal, que era recogida de las bandas de equipaje, en maletas, cajas con chicles, galletas o chocolates, y cajetillas de cigarros, velas y rollos de polipropileno. La droga llegaba de Colombia, Venezuela y Panamá, y se reenviaba a Estados Unidos, Canadá y los Países Bajos. El dinero llegaba de Estados Unidos, Canadá y los Países Bajos, y se reenviaba a Colombia, Venezuela y Panamá. En menor proporción, el dinero también se enviaba a Culiacán, Sinaloa, a Orlando, Florida, y a Costa Rica, Ecuador y España, procedente principalmente de California, Texas, Arizona y Georgia.
La lucha por el control del aeropuerto no ha parado. El Cártel del Pacífico está confrontado con el Cártel Jalisco Nueva Generación y con bandas criminales menores. El trasiego de drogas sigue pese a que hace casi un año, el presidente Andrés Manuel López Obrador relevó a la Guardia Nacional y ordenó a la Marina tomar el control del Benito Juárez. Como ejemplo, desde 2021 y hasta enero pasado, el Aeropuerto Schiphol, de Ámsterdam, punto de entrada a Europa de las metanfetaminas, reportó que la mayoría llegó del Benito Juárez, de acuerdo con InSight Crime.
No hay claridad sobre el volumen de decomisos desde que vigila la Marina. Sin embargo, es probable que hayan bajado, como en otras partes del mundo, por otras razones. Martin Verrier, analista e investigador del Instituto Real de Servicios Unidos, el centro de pensamiento más viejo del mundo y el principal en temas de seguridad y defensa del Reino Unido, sostiene que un fenómeno que explica la caída en trasiego de drogas en aeropuertos es que los cárteles del Pacífico y Jalisco Nueva Generación, como los italianos, están utilizando de manera creciente aviones que vuelan a Europa sin escalas.
El juicio de García Luna sí ha exhibido de manera amplia lo que sucedía en el aeropuerto Benito Juárez, pero sería un error caer en la propaganda presidencial y ubicar el fenómeno sólo en aquellos años, cerrando los ojos ante un problema que sólo en la palabra de López Obrador ha desaparecido.