lunes, diciembre 23, 2024

El Fin de una Era

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“En el año 2000, al perder el PRI la presidencia de la república impactó sobre el comportamiento electoral del ciudadano veracruzano al emitir su voto para elegir alcaldes y diputados locales. El llamado “efecto Fox” repercutió en la elección para legisladores estatales, pues de 24 distritos el PAN ganó por vez primera en cuatro distritos de suma importancia: Xalapa, Veracruz, Boca del Río y Córdoba, y obtuvo una significativa e inusual votación en Pánuco, Tantoyuca, Tuxpan, Poza Rica y Martínez de la Torre, todos ellos en el norte del Estado.

“En la elección municipal de ese año se observa la participación de un crecido número de partidos políticos (once) y el efecto favorable de la figura de candidaturas comunes, gracias a la cual el PRI pudo retener varios municipios. De no haber acudido a esta figura el PRI hubiera cargado con un mayor número de derrotas.

“Con la práctica de las candidaturas comunes se manifestó con toda claridad que lo que menos cuenta en una campaña de proselitismo es la ideología partidista; que no es ésta la que orienta el sentido del voto, ni en los municipios rurales, ni en los de alta marginación, incluye a los más politizados y los de alta concentración demográfica. Ese fenómeno, se pudo comprobar en las coaliciones entre el PAN y el PRD en municipios como Pánuco, Ozuluama, Cerro Azul, Paso del Macho, etc. o  entre el  PAN-PT (Platón Sánchez), o entre el PRI-PARM y el PAS (Poza Rica).

“Otro fenómeno destacable en Veracruz (hasta 2004) es la paulatina mengua de votos favorables al PRI, en sentido contrario al incremento de sufragios a favor de otros partidos, particularmente del PAN y Convergencia. Aquí debe señalarse el sensible estancamiento del Partido de la Revolución Democrática, que no ha podido acrecentar su captación de sufragios aún en alianza con otros partidos.

“En los municipios donde la ciudadanía no votó por el PRI en el 2000, en 2004 repitieron esa intención, aunque algunos variaron de partido y otros ratificaron su preferencia por el PAN, que se llevó la mayor parte. De los 107  municipios que en 1997 había perdido el PRI, recuperó 55 en la elección del 2000, pero en la elección del 2004 volvió a perder 63 en aquellos donde fue derrotado en 1997. Esa tendencia decreciente se suspendió en la elección de 2007.

“Si el prolongado ejercicio de un partido en el gobierno provoca deterioro, a esta circunstancia habrá que agregar los procedimientos para elegir a sus abanderados. Como se observa, subordinado a las decisiones del gobierno en larga tradición autoritaria, obligado por las nuevas circunstancias el PRI tuvo que abrirse a inusuales métodos de selección, como la consulta a la base con dados cargados que, como caja de Pandora, aumentó el desconcierto en sus filas, provocando confusión e inconformidades entre quienes, al no verse favorecidos con la candidatura, desertaron de sus filas para convertirse en candidatos opositores, y en no pocos casos coronaron con éxito sus aspiraciones.

“Si hay que agregar más, no es dable olvidar que un amplio sector de la sociedad, particularmente entre los jóvenes, mantiene una actitud de reserva hacia el PRI.

“Hasta el 2004, en Veracruz era clara la disposición del electorado a votar por candidatos contrarios al PRI, indistintamente del partido opositor. Esa cuando tendencia se interrumpió drásticamente en el 2007 cuando el PRI recuperó un gran número de municipios importantes y la mayoría en el Congreso local.

“El voto diferenciado del electorado no debe interpretarse necesariamente como un reflejo de la madurez ciudadana, porque cuenta influye con mucho acento el recurso económico del que dispone cada candidato para la campaña proselitista, para “la compra de las conciencias”, lo mismo en comunidades pequeñas como en las grandes ciudades. Esto es comprobable en cualquier campaña, en las que el reparto de despensas, láminas de cartón, cemento, botes de pintura, varillas, dinero en efectivo, etc. están a la orden del día. En la implementación de estos usos participan elementos de entidades públicas desde donde se implementan los programas de apoyo social, en demérito de la normatividad y de la vigilancia de las instituciones creadas para evitar esas viciadas prácticas que corrompen el sentido de toda elección.

“Respecto del arrollador triunfo priísta en Veracruz en las elecciones municipales y legislativas de 2007, comparados con los resultados de los años previos, la interrogante es qué hizo el PRI para en tres años revertir una situación visiblemente adversa. En este caso el triunfo podría atribuirse a la experiencia y movilidad política del gobernador, combinada con una intensa promoción mediática que lo situó como el eje rector de la simpatía ciudadana. Está por demás el comentario relativo al elevado costo de esta otra campaña.

“A gran distancia de los tiempos en los que un solo partido dominaba la escena electoral, en la actualidad la tendencia al indiscriminado y desproporcionado uso de recursos económicos para favorecer candidaturas es sin duda preocupante para las instituciones electorales creadas para evitar anomalías y transmitir confianza y transparencia; pero están situadas en el medio de una confrontación que tiene que ver con la participación directa de los tres órdenes de gobierno personificados indistintamente por representantes de los diferentes partidos políticos.

“Todo ha sido como consecuencia de la etapa terminal de la hegemonía del Partido Revolucionario Institucional; época dorada que ya se fue y, como corresponde a todo acontecimiento social y político, es difícilmente recuperable. Sin duda, la alternancia de partidos en la presidencia de la república ha sido el principio de transformaciones institucionales que evitarán el retroceso en un país en pleno camino hacia el cambio y, aunque con dificultades, a la Reforma de Estado”.

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