El sugerente encabezado en realidad pudiera no corresponder o describir el calificativo de perdedor atribuible al dirigente nacional del PRI, Alejandro Moreno, aunque ciertamente durante su periodo al frente del PRI este partido ha perdido en todos los procesos electorales para renovar gubernaturas estatales. A la dirigencia de “Alito” le corresponderá cargar con el triunfo o la derrota en Coahuila y el estado de México en junio próximo. Pero es obvio que las derrotas priistas no son de la exclusiva responsabilidad de su dirigencia sino producto de la acumulación de factores de diversa índole: la pésima gobernanza de Peña Nieto, la corrupción imperante en administraciones gubernamentales de ese partido, el enojo social, etc., figuran entre las causas motoras de la defenestración priista. Ciertamente, el ejercicio del poder desgasta, y el largo periodo de su permanencia en el poder político ha señalado al PRI como la causa eficiente de todos los males en el país. Ni “Alito” cualquiera otro de su desgastada nomenclatura pudieron haber detenido o evitado la ola de derrotas tras la debacle de 2018. Además, con un presidente de la república de partido opositor dispuesto a cobrar facturas los gobernadores en funciones y a punto de salir, estos fueron presa fácil de las presiones, “cooperas o cuello” era la virtual opción, y no hubo de otra sino doblar las manos para evitar la persecución y la cárcel; más aún si la defección incluía premios adobados con el premio de un dorado exilio. Todavía más en ese escenario de largas colas, los cuadros de élite del PRI permanecen en la sombra, quietecitos, calladitos cual garrobos ante el peligro de ser indiciados por cualquier señalamiento legalmente punitivo. En esas circunstancias se mueve la dirigencia priista encabezada por Alejandro Moreno, acompañado él mismo por sus antecedentes nada ejemplares. Tal es el actual contexto del Partido Revolucionario Institucional cuando pugna por conservar las dos gubernaturas que aún le quedan, de las cuales es posible que conserve Coahuila, aunque la significativamente importante es la mexiquense. Allí enfrenta a todo el poderío de MoReNa simbolizado en el interés presidencial, y está en el aire saber si el gobernador Del Mazo se atreve a retar y contravenir el “cooperas, o cuello”.